José Martínez Ruiz, Azorín, publicó en 1922 una breve novela: Don Juan. Mucho nos dice ya el título de la obra. El autor retoma este gran personaje literario que ha trascendido el horizonte español convirtiéndose en mito universal. Sin embargo, no trata simplemente de añadir nuevas aventuras al personaje; al contrario, nos presenta un Don Juan maduro, converso, transformado en un pequeño filósofo… lejos queda el insaciable hombre de acción.
Es interesante la elección del personaje por lo que representa en aquella época de principios del siglo pasado en España. Azorín comparte en cierto modo con Ortega y Unamuno la búsqueda de la esencia del hombre español y, de alguna manera, del hombre universal. Como brújula que les oriente en esa indagación emplean la literatura, rescatando los grandes personajes de los Siglos de Oro planteándoles los problemas del hombre contemporáneo. Así surgieron la Vida de Don Quijote y Sancho de Unamuno o el Don Juan de Azorín, así también se pronunciaba Ortega en las columnas de El Sol en junio de 1921: «la figura de Don Juan, comenta, es un de los máximos dones que ha hecho al mundo nuestra raza».
El cambio de Don Juan que elabora Azorín se anuncia ya en el prólogo: «Don Juan del Prado y Ramos no llegó a morir; pero su espíritu salió de la grave enfermedad profundamente transformado». Esta metamorfosis, además de redimirle, le acerca al resto de los hombres. No es el héroe imposible que antaño atropellaba la ley y la moral, no es el Don Juan del barroco ni tan siquiera el de Zorrilla. No es el Don Juan del teatro.
Comenzamos esta reseña diciendo que Azorín publicó una breve novela. Aunque es cierto, lo que nos encontramos en esta obra no es una novela al uso, sino una sucesión de cuadros o escenas que tratan de reflejar fragmentariamente la nueva vida de Don Juan. Se invita, pues, al lector a contemplar las imágenes de ese vivir retirado y a reflexionar sobre ellas. De esta forma se van descubriendo algunos personajes de la pequeña ciudad que Don Juan habita. Destacan, por contraposición al apagado héroe, dos personajes femeninos donjuanizados, con clara voluntad de dominio y seducción. También sobresalen los niños, que evidencian la nueva mirada del protagonista, más compasiva y humana.
La lectura de este libro vale la pena por muchos motivos: entre otros, por la extraordinaria calidad del estilo de Azorín. A esta obra le siguió tres años después Doña Inés, que complementa esta historia desde el punto de vista de la amada de Don Juan.
José Martínez Ruiz es uno de los clásicos de la literatura española más renovadores y, al mismo tiempo, más fieles a la tradición literaria. Autor prolífico de ensayos, obras de teatro y novelas, algunos de sus títulos más conocidos son Castilla, La voluntad, Las confesiones de un pequeño filósofo o Ruta de Don Quijote.
Un fragmento representativo del libro que aquí reseñamos se encuentra en el capítulo I que sigue al prólogo:
«Don Juan es un hombre como todos los hombres. No es alto ni bajo; ni delgado ni grueso. Trae una barbita, en punta, corta. Su pelo está cortado casi al rape. No dicen nada sus ojos claros y vivos: miran como todos los ojos. La ropa que viste es pulcra, rica; pero sin apariencias fastuosas. No hay una mácula en su traje ni una sombra en su camisa. Cuando nos separamos del él, no podemos decir de qué manera iba vestido: si vestía con negligencia o con exceso de atuendo. No usa joyas ni olores. No desborda en palabras corteses, ni toca en zahareño. Habla con sencillez. Ofrece y cumple. Jamás alude a su persona. Sabe escuchar.»
PRB
DATOS DEL LIBRO
Título – Don Juan
Autor – José Martínez Ruiz «Azorín»
Páginas – 128
Editorial – Biblioteca nueva
Año de publicación – 2002
ISBN – 978-84-7030-961-8