En el año 1882, ya hacia el final de su vida, el compositor italiano Giuseppe Verdi se ve a sí mismo como un músico viejo y cansado, falto de fuerzas para componer y continuamente torturado por las dudas respecto del valor de su obra operística, a la que ha dedicado su vida entera. En su juventud llegó a ser no sólo el más importante compositor de Europa, sino también un hombre profundamente amado por el pueblo y un importante icono político de la reunificación italiana. El estreno de su ópera Nabucco en el teatro La Scala de Milán en 1842 encendió como nunca los ideales patrióticos del pueblo italiano, hasta el punto de que el famoso coro de los esclavos judíos, que en el tercer acto cantan con nostalgia a su «patria bella y perdida», se convirtió en el himno secreto de los revolucionarios. Sus obras fueron aclamadas y representadas sin cesar durante décadas.
Y, sin embargo, hace tiempo que todo eso se ha terminado: el panorama musical europeo ha cambiado por completo, y se halla ahora totalmente ocupado por su máximo rival en el terreno de la música, el compositor alemán Richard Wagner. Ambos compositores representan un modo de entender la música y el mundo completamente opuestos: Donde antes triunfaba la melodía sencilla y pegadiza, las óperas escritas para el pueblo y la representación apasionada de la vida de los hombres y sus sufrimientos, ahora despunta una música mucho menos intuitiva y espiritual; en cierto sentido más elitista. Cada una de estas cosmovisiones tiene sus respectivos seguidores y detractores, y en los círculos intelectuales europeos a menudo se discute acaloradamente sobre cuál es la más verdadera.
En este escenario, Wagner viaja a Venecia para pasar allí una temporada, y cuando Verdi se entera no puede resistirse a la tentación de trasladarse él también allí, con un propósito muy concreto: el de forzar un encuentro con su archienemigo, medirse con él y comprobar de primera mano si son ciertas las maravillas que se cuentan del alemán y de su música. Con ello, tratará de despejar las dudas sobre su vocación musical que desde años le acucian, e intentará terminar con la sequía creadora en que se encuentra estancado.
La novela es una de las primeras del escritor austriaco Franz Werfel, y supone todo un homenaje a la música y en especial a la ópera. En ella el autor combina de forma bastante interesante la técnica novelística con la biografía, pues aunque todo lo relatado es en realidad fantasía del autor, el enorme ejercicio de documentación sobre la historia y los personajes hace muy verosímil todo lo que en ella se cuenta: todo podría haber sucedido realmente. Y por último, el autor intercala aquí y allá algunos pasajes de tono más bien ensayístico, en los que reflexiona sobre la música, el arte y su finalidad, la vocación artística, el paso del tiempo, etc. Aunque estos últimos pasajes se pueden hacer algo más pesados, sobre todo a alguien que no tenga unos mínimos conocimientos de música, la verdad es que la mezcla me ha resultado muy interesante.
Como crítica puedo decir que la se nota que la novela es todavía una de las primeras, un ejercicio más del autor en el camino hacia su consagración. Lo anterior se aprecia a veces en que la forma de conducir el libro resulta un poco programática o encorsetada, como si Werfel tuviera un esquema y un plan en la cabeza del que no se va a salir aunque con ello la novela quedaría un poco más libre y suelta. También se nota en que las distintas tramas paralelas que se van desarrollando a medida que se avanza en la lectura -para mi gusto variadas y conseguidas- están unidas de forma un tanto artificial, como si no terminaran de cuadrar del todo unas con otras. En definitiva, el libro es entretenido y está trabajado, pero no se puede decir que sea una verdadera obra maestra. Eso sí, por su temática y sus protagonistas, resultará muy interesante a cualquier amante de la música, y en especial de la ópera. Franz Werfel nació en Praga en 1980. Combatió en la Primera Guerra Mundial en el bando Austro-Húngaro, y durante la Segunda, su origen judío le obligó a huir a Estados Unidos, donde murió en 1945. Contrajo matrimonio con Alma Mahler, la viuda de Gustav Mahler -quizás le venga de ahí su enorme erudición por la música. En vida trató y fue incluso amigo de otros intelectuales como Kafka o Stefan Zweig; o el filósofo Max Scheler. Aunque escribió también teatro y poesía, es infinitamente más conocido por sus novelas, de las cuales la más conocida es probablemente Una letra femenina azul pálido, una novela breve pero cuidada, quizás la mejor forma de tomar contacto con el autor. Por cierto que la acaba de publicar Anagrama en su Edición Limitada de Clásicos Modernos, doce títulos con una encuadernación en tapa dura muy cuidada y con un precio fijo de 10 euros. También es conocida su novela La canción de Bernadette, que escribió como agradecimiento a las monjas del santuario de Lourdes, que le atendieron de forma especialmente caritativa cuando lo visitó. Pero al parecer, su obra cumbre es la novela Los cuarenta días del Musa Dagh, que narra el exterminino de los armenios a manos del imperio otomano, y que una vez más está, cómo no, descatalogado. Llevo un tiempo buscándolo en internet y en librerías de viejo y por ahora no he tenido éxito, pero seguiré persiguiéndolo y antes o después caerá y lo tendréis reseñado en Capítulo IV.
A continuación, os dejo el fragmento en el que se relata el famosísimo trance en el que Verdi concibió su ópera Nabucco. Su mujer y sus dos hijos pequeños habían muerto de meningitis muy recientemente y en cuestión de meses. Verdi estaba destrozado. Llevaba semanas tumbado en la cama, mirando el techo, encerrado en una habitación de la que no salía salvo para cenar. El duro golpe de perder a toda su familia le había hecho perder toda esperanza. Además, las obras publicadas hasta el momento habían pasado sin pena ni gloria, y se había hecho a sí mismo la firme promesa de no volver a escribir música. No hay ninguna salida para su vida profesional y personal. En una salida fugaz que hace de su casa, el director del teatro La Scala le insiste para que escriba una nueva ópera, a lo que él se niega en rotundo. Sin embargo, éste consigue meterle el libreto con el texto de la ópera en el bolsillo, y al llegar a su casa el cuaderno cae al suelo y se abre al azar, dejando al descubierto una frase concreta:
«A casa había llegado luego agotado, como quien tornase a la vida después de haberla abandonado, y así se había echado en cama y quedado cara al cielo, vacío de todo pensamiento. Pero el cuaderno que en ella arrojara, se escurrió y cayó al suelo. Al levantarlo, sin querer repararon sus ojos en este verso:
Va pensiero, sull´alli dorate.
Entonces se le contrajo el diafragma en un espasmo, los músculos todos se distendieron como a punto de romperse, se estremeció la garganta en una convulsión sofocante de la respiración contenida, y lo que no habían logrado la triple defunción ni la catástrofe de su carrera lo consiguió la emoción de un verso al desatar las lágrimas en el corazón de la pobre criatura deshecha. Con las lágrimas se precipitó también la melodía.»
Vuela, pensamiento, con alas doradas. Al leer esta única frase, la cabeza de Verdi se inunda como por milagro de una música celestial. Con esta frase comienza el más famoso de sus coros, conocido en todo el mundo. Esta frase fue la que le dio pie a escribir la primera ópera que cosechó un éxito tremendo en Italia y en todo el mundo, y que le convirtió en un emblema no sólo de la música, sino de la sociedad y la política italiana. En los ensayos de esta ópera conocería, además, a la soprano solista Guiseppina Strepponi, de la que se enamoraría y con la que se casaría años después. Una frase, en definitiva, con la que partiendo del mismo abismo, rehizo su vida.
Max Estrella
DATOS DEL LIBRO
Título – La novela de la ópera
Autor – Franz Werfel
Páginas – 396
Precio – Título agotado
Editorial – Espasa
Lugar y año de publicación – Madrid, 2002
ISBN – 9788467000337