* Aunque con un año y pico de retraso, acabo de enterarme de que uno de los intelectuales a los que admiro ha fallecido. Al enterarme de la noticia, lo primero que he pensado es que me gustaría releer alguno de sus libros. Y lo segundo, que me gustaría rendirle tributo de alguna manera, aunque sólo sea recomendando alguno de sus libros. D.E.P.
Oliver Sacks (1933-2015) fue un neurólogo británico que dedicó su vida al tratamiento de pacientes con problemas neurológicos y psiquiátricos, y que, paralelamente, plasmó por escrito su vida, sus conocimientos y sus experiencias médicas. Casi todos sus libros son, de una u otra forma, una reunión de casos clínicos vividos en primera persona en el marco de su práctica médica. En ellos el autor nos presenta de forma cercana a sus pacientes, a los que conoció muy bien, y nos explica en un lenguaje llano y sin tecnicismos las patologías que éstos padecen, que en algunos casos son monstruosas y en otros, verdaderamente fascinantes. A pesar de lo variado de los casos que relata, hay una constante que se repite en todos ellos y les sirve de hilo conductor: la lucha del paciente para llevar una vida normal, sus esfuerzos para aceptar y asumir la propia enfermedad como parte de sí mismo. A menudo Sacks nos presenta al paciente no como un individuo enfermo, sino sólo diferente, con una habilidad o sensibilidad especial, y cuya enfermedad puede ser no sólo aceptada, sino también aprovechada para sacar de la misma algo bueno.
Oliver Sacks ha escrito numerosos libros de temas en torno a la psiquiatría y la neurología. Su obra más aclamada es Despertares (1973), en el que cuenta sus intentos de ‘revivir’ literalmente a un grupo de pacientes que desde hacía años vivían como vegetales como consecuencia de una enfermedad llamada encefalitis letárgica, que causó una grave epidemia mundial en la década de 1920. La novela ganó el Premio Hawthornden, e inspiró una famosísima adaptación cinematográfica protagonizada por Robin Williams y Robert de Niro, que aprovecho para recomendaros. También es muy famoso Un antropólogo en Marte (1995), en el que también a través del relato de distintos casos clínicos se reflexiona sobre la esencia de la identidad y los mecanismos del conocimiento. Parece también de gran interés su obra Musicofilia, relatos sobre la música y el cerebro (2007), en la que se tratan las relaciones entre la música y la mente, y la forma en que la primera puede afectar a la segunda, ya como patología, ya como tratamiento de enfermedades neurológicas.
En El hombre confundió a su mujer con un sombrero se recogen las historias de una veintena de pacientes con patologías a cada cual más extraña e impresionante: «Reminiscencia» cuenta la historia de una anciana cuyos ataques de epilepsia le devolvían al pasado, de forma que durante los mismos revivía con una nitidez sobrecogedora acontecimientos que no recordaba desde hacía años, y que habían quedado escondidos en algún rincón de su memoria. Aunque pueda parecer extraño, la paciente disfrutaba enormemente de estos arrebatos, que le permitían, ya en su vejez, revivir un pasado feliz. En «La dama desencarnada» se cuenta el caso de otra paciente que había perdido la propiocepción, es decir, la capacidad para percibir el propio cuerpo. En «El perro bajo la piel» se cuenta la historia de un paciente que, tras haber ingerido una gran cantidad de droga, cae en un trance del que despierta con el sentido del olfato extremadamente exaltado. Desde entonces es capaz de distinguir a todos sus conocidos por el olor, identificar las calles y las tiendas por el olfato; e incluso detectar por el olor las emociones de los demás. «Ray, el ticqueur ingenioso», era un paciente que no podía evitar sufrir tics continuos y aparatosas muecas. Sus brazos y piernas estallaban de pronto en arrebatos repentinos y bruscos, que le impedían una vida normal. Tras intentar reducir estos tics con fuerte medicación, médico y paciente consiguieron reorientar su enfermedad y aprovecharla para algo bueno: Ray se hizo batería de una banda de música, en la que desde entonces fue aclamado por sus rápidas y repentinas improvisaciones. Otro caso interesante es el de «Los gemelos», en el que Sacks cuenta su experiencia con dos de sus pacientes, unos gemelos que habían sido diagnosticados como autistas y llevaban años encerrados en una institución especial. Según el autor pudo comprobar, sus mentes, completamente impedidas para mantener una conversación o establecer una relación social normal, tenían un impresionante don para el cálculo mental y todo lo relacionado con los números, y se divertían entre ellos con acertijos y juegos numéricos que sólo un ordenador podría resolver:
«Me acerqué silenciosamente para no molestarlos. Parecían encerrados en un singular diálogo puramente numérico. John decía un número, un número de seis cifras. Michael escuchaba el número, asentía, sonreía y parecía saborearlo. Luego él decía a su vez otro número de seis cifras, y entonces era John el que escuchaba y lo consideraba muy detenidamente. Al principio parecían dos entendidos en vinos que estuviesen saboreando caldos diversos, compartiendo sabores exóticos, valoraciones exóticas. Me senté allí en silencio, sin que me viesen, hipnotizado, desconcertado. ¿Qué estaban haciendo? ¿Qué demonios pasaba? No podía sacar ninguna conclusión. Quizás se tratase de algún juego, pero había una seriedad y una concentración, una especie de profundidad serena y meditativa y casi sagrada, que yo no había visto jamás en un juego ordinario, y que desde luego no había visto nunca en los Gemelos, normalmente excitados y distraídos. Me limité a anotar los números que iban diciendo, aquellos números que evidentemente les proporcionaban tanto gozo y que ellos «contemplaban», saboreaban, compartían en comunión.
(…)
Volví al pabellón al día siguiente, llevaba conmigo el valioso libro de números primos. Les encontré encerrados en su comunión numérica, como la vez anterior, pero ésta vez, sin decir nada, me uní tranquilamente a ellos. Al principio mostraron un cierto recelo, pero al ver que no los interrumpía reanudaron su «juego» de números primos de seis cifras. Al cabo de unos minutos decidí incorporarme al juego, aventuré un número, un primo de ocho cifras. Se giraron los dos hacia mí, luego se quedaron de pronto silenciosos e inmóviles, con una expresión de concentración profunda y puede que de asombro. Hubo una larga pausa (jamás los había visto hacer una pausa tan larga, debió durar medio minuto o más) y luego súbita y simultáneamente sonrieron los dos.
Habían visto de pronto, tras un proceso interno incomprensible, que mi número de ocho cifras era un número primo… y esto les produjo claramente una gran alegría.»
Tras la lectura de este libro quedé verdaderamente impresionado con la profundidad y complejidad de la mente humana, y la infinidad de misterios que encierra. Los casos clínicos son de por sí ya interesantes, pero además es hermosa la manera humana y apasionada en que el autor los relata. Es de destacar la relación que el médico establece con cada uno de sus pacientes, que es única y especial. Lejos de erigirse en una autoridad incuestionable que diagnostica al paciente y le dicta una serie de prescripciones, el libro muestra cómo Oliver Sacks empatiza profundamente con sus pacientes, les escucha y trata de entender sus razones. Trabaja con cada uno de ellos para ayudarles a entenderse y aceptarse, para recuperar así su propia vida.
El 19 de febrero de 2015, a sus 81 años, Oliver Sacks publicaba un emotivo artículo en The New York Times, en el que anunciaba que tenía metástasis de hígado y que sólo le quedaban unos meses de vida (os recomiendo encarecidamente su lectura).
“(…) ha llegado el momento de enfrentarme de cerca a la muerte. Las metástasis ocupan un tercio de mi hígado, y, aunque se puede retrasar su avance, son un tipo de cáncer que no puede detenerse. De modo que debo decidir cómo vivir los meses que me quedan. Tengo que vivirlos de la manera más rica, intensa y productiva que pueda. (…) Me encuentro intensamente vivo y quiero y espero que el tiempo que me quede por vivir me permita profundizar mis amistades, despedirme de aquellos a los que quiero, escribir más, viajar si tengo la fuerza suficiente, alcanzar nuevos niveles de conocimiento y comprensión. Esto incluirá audacia, claridad y hablar con franqueza; trataré de ajustar mis cuentas con el mundo. Pero también tendré tiempo para divertirme (incluso para hacer alguna estupidez) (…) No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito. He tenido relación con el mundo, la especial relación de los escritores y los lectores.
Y, sobre todo, he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura.”
Max Estrella
DATOS DEL LIBRO
- Título – El hombre que confundió a su mujer con un sombrero
- Autor – Oliver Sacks
- Editorial – Anagrama
- Precio – 10.90
- Páginas – 328
- Lugar y año de publicación – Barcelona, 2002
- ISBN – 9788433973382