Infancia – Maksim Gorki (Trilogía autobiográfica, parte I)

Cuando empecé a leerlo lo desconocía, pero al parecer ‘Infancia’ es la primera de tres novelas en las que el escritor ruso Maksim Gorki quiso condensar sus vivencias, a modo de autobiografía. La segunda y la tercera parte de la que suele llamarse su «Trilogía Autobiográfica» son, respectivamente, ‘Entre los hombres’ y ‘Mis universidades’. Me encantará comentar la segunda y la tercera entrega (aunque no prometo nada), pero por el momento me centro en esta primera parte que es la que acabo de terminar.

He de reconocer que el autor me sonaba sólo de oídas y que lo tenía etiquetado para mis adentros como uno de esos escritores rusos de segunda fila, nada que ver con Dostoyevski, Tolstoi o Chéjov. Y sin embargo, investigando un poco me entero de que fue una figura de gran importancia para la cultura y la sociedad de la Rusia del siglo xx.

Gorki fue el precursor del llamado «realismo socialista», corriente estética surgida a principios del siglo xx que, a través de la descripción de la vida y los problemas de la clase proletaria, perseguía retratarla como heroica y educar a las masas en las virtudes del socialismo. No es de extrañar que estas ideas sobre cómo debía de ser el arte y los fines a los que éste debía servir se extendieran rápidamente en Rusia tras la revolución de 1917, que terminó con el derrocamiento del régimen zarista y la exaltación de la clase obrera. Gorki dio pie al surgimiento de este movimiento cultural con su novela ‘La madre’ (1907), en la que cuenta como una mujer de la clase proletaria va concienciándose poco a poco de la importancia de la lucha obrera a través de la vida política de su hijo, que es líder socialista de la fábrica en la que trabaja.

El realismo socialista fue, además, adoptado como la postura oficial de la Unión Soviética cuando, en 1932, Stalin promulgó el ‘Decreto de Reconstrucción de las Organizaciones Literarias y Artísticas’. Por medio de dicho Decreto se fundaba, además, la llamada ‘Unión de Escritores Soviéticos’, que tuvo como fin el de promover el desarrollo del realismo socialista como política cultural de la Unión Soviética. Y fue por voluntad del propio Stalin que, en 1934, el cargo de Presidente de dicha institución fuera ocupado, precisamente, por Maksim Gorki. Algún tiempo después, la doctrina del realismo socialista se extendió y fue adoptada como política oficial también por otros países socialistas, como por ejemplo la República Popular China. En la actualidad, y como dato curioso, sigue siendo la doctrina oficial del régimen de Corea del Norte.

Sin embargo, y aunque todo lo anterior es de gran interés, creo que no me equivoco si digo que ‘Infancia’ (quizás también el resto de la trilogía) queda en cierto modo al margen de toda esa «literatura del régimen» que he comentado, y de la que el máximo exponente sería ‘La madre’. Al contrario, esta novela parece haber supuesto para el autor algo más personal e íntimo. Conste que todo esto lo digo sin haber leído el resto de la obra de Gorki, pero intuyendo que a la hora de relatar su propia vida, Gorki debió de ser fiel a sus experiencias y no emborronaría éstas mezclándolas con ideas políticas de ninguna clase. Al menos, en todo el libro no se mencionan ni de pasada socialismos ni comunismos de ninguna clase.

El libro, como decía, es tan íntimo y sincero como puede serlo relatar la propia infancia. En el mismo se cuenta cómo el pequeño Alekséi Makímovich (Maksim Gorki es tan sólo un pseudónimo) inicia una nueva vida en casa de sus abuelos y tíos como consecuencia de la muerte de su padre. Su existencia, que hasta entonces se ha desarrollado de forma acomodada y tranquila bajo la protección de su madre, cambiará por completo. Por un lado, experimentará la pobreza de las clases más bajas de la sociedad rusa de principios de siglo xx, y descubrirá la miseria moral de los habitantes del hogar familiar. Su abuelo y sus tíos son gente ruda y violenta, hombres curtidos por una vida dura y repleta de desgracias, acostumbrados a luchar como animales por la propia supervivencia. En contraste, sin embargo, estos mismos personajes son a la vez profundamente humanos. En ellos hay cabida a la amistad, la generosidad e incluso la ternura, lo que los convierte en verdaderamente entrañables. El personaje que más claramente encarna esto es la figura de la abuela, una mujer luchadora y dura que en mitad de la miseria y crudeza en que viven, hace gala de una espiritualidad y una grandeza moral que marcará profundamente a Alekséi. Al final del libro, una vez relatada la infancia de nuestro protagonista, ya adolescente, el abuelo le dirá: «Tú no eres ninguna medalla para que yo te lleve colgado del cuello; ese no es tu sitio; anda, vete por el mundo a ganarte el pan». Con esta frase se cierra una etapa y se da paso a la segunda parte de la trilogía, que cuenta las andanzas de Maksim Gorki por el mundo, una vez abandonado el hogar familiar.

Creo que con la lectura del fragmento que he elegido se podrá entender mejor todo lo que he comentado:

«-¡A Lekséi no te lo voy a dar!¡No te lo voy a dar, monstruo! Ella comenzó a dar golpes con el pie en la puerta, llamando:

-¡Varia, Varvara!

El abuelo se arrojó sobre ella, la hizo perder el equilibrio, me arrebató de su lado y me condujo hasta el banco. Yo me resistía en sus brazos, tirándole de la barba roja e, incluso, llegando a darle un mordisco en un dedo. Él gritaba y me apretujaba hasta que finalmente me golpeó en la cara y me arrojó sobre el banco. Aún me acuerdo de su grito salvaje:

-¡Átalo!¡Lo voy a matar!

Recuerdo el pálido rostro de mi madre y sus ojos enormes. Ella corría a lo largo del banco y decía con voz ronca:

– ¡Papá, no es necesario! Démelo…

El abuelo me azotó hasta que perdí el conocimiento, y durante algunos días estuve enfermo, acostado bocabajo en la cama ancha y cálida de una pequeña habitación que tenía una sola ventana y, en el rincón, una lamparilla roja, perennemente encendida, delante de un retablo lleno de imágenes.

Aquellos días de convalecencia se convirtieron en unos días trascendentales para el resto de mi vida. Creo que en el curso de aquellas jornadas crecí mucho y experimenté algo especial. Fue por aquel tiempo cuando, como si me hubiesen desollado el corazón, comenzó a desarrollarse en mí una solícita preocupación por el género humano, la cual habría de mostrarse especialmente sensible ante toda clase de vejación y de dolor, propio y ajeno.

(…)

De repente, como si se hubiese descolgado del techo, apareció el abuelo, se sentó en la cama y apoyó su mano fría como el hielo en mi cabeza:

– Hola, Señor… ¡Venga, responde, no sigas enfadado! Bueno, ¿qué tal?

Me moría ganas de darle un puntapié, pero me dolía el sólo hecho de removerme en la cama. Daba la impresión de estar aún más pelirrojo que antes. Su cabeza se balanceaba con inquietud. Sus ojos brillantes parecían buscar algo en la pared. Tras sacar del bolsillo un pastelito con forma de macho cabrío, dos cornetes de azúcar, una manzana y una ramita de  uvas pasas, colocó todo aquello sobre la almohada, a la altura de mi nariz.

– ¡Mira, ¿ves? te he traído unas golosinas!

Inclinándose un poco, me besó en la frente. Luego comenzó a hablar, acariciando cuidadosamente mi cabeza con su pequeña y endurecida mano teñida de un color amarillo, especialmente apreciable en sus curvadas uñas de pájaro.

(…)»

Espero que os guste, y que dejéis vuestros comentarios sobre lo que os ha parecido la novela. 

Max Estrella

DATOS DEL LIBRO

Título – Infancia

Autor – Maksim Gorki

Páginas – 304

Precio – 22 €

Editorial – Automática Editorial

Lugar y año de publicación – Madrid, 2012

ISBN – 9788415509004

Un Comentario

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