La última tentación (de Cristo) – Nikos Katzantzakis

Si fuisteis de pequeños a un colegio religioso y si, además, estudiasteis bien el Catecismo, no os será desconocida la idea de que Jesucristo era «a la vez verdadero Dios y verdadero hombre». La frase parece simple, pero encierra nada menos que el principal dogma y misterio del Cristianismo, sobre el que se asienta toda la fe cristiana y sin el cual nada de lo demás tiene sentido alguno. Para el cristiano es imprescindible que Jesucristo sea verdadero Dios, pues de otra forma el camino que va desde Dios hasta el hombre permanecería intransitado. Si Cristo no es Dios, si no es más que un hombre corriente, hombre y Dios seguirían estando desconectados, entre ambos seguiría mediando una distancia insalvable. Pero igual de necesario es, para el cristiano, que Jesucristo sea verdadero hombre, porque ésa es la única manera en que Dios, un ser para nosotros inaprensible, se nos haga cercano y comprensible. La única forma en que Dios puede hacernos llegar su mensaje es rebajándose a la altura del hombre, y haciéndonoslo entender con el ejemplo de su vida, de la vida de Cristo.

Y sin embargo, de esas dos naturalezas humana y divina que según la teología cristiana confluyen en Jesucristo, lo habitual es que se haga hincapié más en la segunda que la primera. El Cristo del que se nos habla en los libros, en las Iglesias y en las clases de religión es el Cristo de los milagros, el que anda sobre las aguas, el que convierte el agua en vino, el que resucita. Mientras tanto, sin embargo, no se profundiza lo suficiente en su faceta más débil y sufridora, en su lado pasional y, en definitiva, humano.

Y esto es precisamente lo que Nikos Kaztzantzakis se propone con esta novela: relatar la vida de Cristo poniendo el acento en su lado más humano, mostrando que Cristo fue -además de Dios- un hombre como todos los demás, y que en su corazón se libró la batalla que desde siempre se ha librado en el corazón de todos los hombres, «la lucha incesante e implacable entre la carne y el espíritu», en palabras del propio autor. Con este propósito, nos dibuja un Jesucristo menos seguro de sí mismo que el que estamos acostumbrados a ver, torturado por enormes dudas existenciales y vocacionales, que se debate continuamente entre la misión que Dios le ha encomendado -morir en la cruz para redimir al mundo- y sus propios deseos e inquietudes, los normales en un joven de 30 años: casarse, formar una familia, trabajar, amar y ser amado… en definitiva, ser feliz.

Y este Jesucristo tan humano, que como todos nosotros arrastra sus dudas y sufrimientos, nos resulta más cercano y asible, se nos hace comprensible e imitable. Porque, en palabras del propio autor (en el prólogo), «Si no poseyera dentro de él el calor de este elemento humano, jamás podría conmover nuestro corazón con tanta seguridad y ternura, jamás podría convertirse en un modelo para nuestra vida. Luchamos, lo vemos luchar con nosotros y cobramos valor. Vemos que nos encontramos solos en el mundo y que él, sea como fuere, lucha a nuestro lado».

Aunque, como decía, a mi modo de ver este planteamiento es profundamente cristiano, lo cierto es que este enfoque de la vida de Cristo no gustó demasiado a las instituciones cristianas de mitad del s. xx (la novela es del año 1951). La Iglesia Ortodoxa Griega estigmatizó a Katzantzakis por sus ideas e intentó que fuera excomulgado, y la Iglesia Católica condenó ‘La última tentación e incluyó la novela en el Index Librorum Prohibitorum. Lo cual, por cierto, no deja de añadir cierto morbo a su lectura.

La polémica sobre la obra y su autor fue reavivada en 1988 con el estreno de la adaptación cinematográfica que hizo del libro el director Martin Scorsese, y que tituló La última tentación de Cristo’. En realidad, lo que hizo estallar el conflicto fue una escena de la película en la que Jesucristo se acuesta con María Magdalena, escena que fue fruto de la adaptación porque no aparece en la novela por ninguna parte. Es cierto que en el libro Jesucristo siente una cierta inclinación por María Magdalena, que habría sido su compañera de juegos en la infancia y por la que siente un cariño profundo y especial. En algún momento de la novela, Cristo sueña incluso con la felicidad que podría haber supuesto para él una vida con ella, pero en ningún momento se plantea este conflicto en la forma tan lasciva y simplona en que lo hace la película. En la novela, por cierto, Jesucristo termina negándose a sí mismo, y renunciando a sus anhelos humanos con tal de cumplir la misión que Dios le ha encomendado. En fin, muy raro habría sido que una película de temática tan delicada en manos de Martin Scorsese no diera problemas.

Aunque Nikos Katzantzakis es problablemente el más importante de los escritores griegos del s. xx, sus obras han sido conocidas en Europa sólo de forma tardía, sobre todo a través de la adaptación al cine de sus novelas más importantes, entre las que destaca -además de la comentada- ‘Alexis Zorba’, (1946), que fue llevada al cine en 1964 con el título ‘Zorba el Griego’. En 1957, justo antes de su muerte, Katzantzakis estuvo a punto de ganar el Premio Nobel de Literatura, que finalmente fue otorgado a Albert Camus, por un sólo voto de diferencia. Preguntado más tarde, el propio Camus diría que Katzantzakis merecía el nobel «un centenar de veces» más que él. Falleció de leucemia y fue enterrado sobre una de las murallas de Heraklion (Creta), según se dice, porque la Iglesia Ortodoxa no permitió que fuera enterrado en un cementerio. Es mundialmente conocido el epitafio de su sepultura, que reza: «No  espero nada, no temo nada, soy libre».


Os dejo un breve fragmento de la novela, con el que me encantaría picar vuestra curiosidad:

«-Judas Iscariote -dijo Pedro, a quien las mujeres habían infundido coraje-, Judas Iscariote, ¿es ése el modo de hablar al maestro? ¿No le tienes respeto?

-¿Qué maestro? -Aulló Judas, amenazando con el puño-. ¿Este? Pero, ¿Es que no tenéis ojos para verlo y sesos para juzgarlo? ¿Es éste un maestro? ¿Qué nos decía? ¿Qué nos prometía? ¿Dónde está el ejército de ángeles que debía descender del cielo para salvar a Israel? ¿Dónde está la cruz que debía de ser nuestro trampolín para subir al cielo? Apenas este falso Mesías vio alzarse la cruz ante él, perdió la cabeza, se desvaneció y las mujercitas se adueñaron de él y lo emplearon para que les hiciera hijos. Se batió como los otros, al parecer, se batió valientemente y lo proclama desde los tejados. Pero sabes de sobra, desertor, que tu lugar estaba en la cruz. Que otros se ocupen de arar la tierra y las mujeres. ¡Tú deber era subir a la cruz! Te jactas de haber vencido a la muerte.. ¡puf! ¿Así triunfas de la muerte? ¡Has engendrado hijos, y eso equivale a decir carne para la muerte! ¿Qué es un niño? ¡Carne para la muerte! te has convertido en su carnicero y le llevas carne para que la devore. ¡Traidor, desertor, cobarde!

-Hermano Judas -murmuró Jesús, cuyos miembros comenzaban a temblar-, hermano Judas, muéstrate más clemente conmigo…

-Me has roto el corazón, hijo del carpintero -rugió Judas- me has roto el corazón, ¿cómo quieres que me muestre clemente contigo?»

La edición en castellano está descatalogada desde hace tiempo, pero no es difícil de encontrar en librerías de viejo, Amazon, Iberlibro y demás. Me consta que también circula alguna versión pirata en por Internet. Sí se comercializan, sin embargo, otros títulos de Katzantzakis como ‘Zorba el Griego’ y ‘Lirio y Serpiente’, ambos editados en Acantilado.

Como podéis ver, tiene un trasfondo algo teológico y un poco freaky, y además es un buen ladrillo de 560 páginas. Así, que si hay algún valiente que se anime, ¡que no deje de comentarlo, por favor!


Max Estrella

DATOS DEL LIBRO

Título – La última tentación

Autor – Nikos Katzantzakis

Páginas – 560

Precio – Descatalogado

Editorial – Debate

Lugar y año de publicación – Madrid, 1995

ISBN – 9788474448788

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