Jane Eyre es la historia (en parte autobiográfica) de cómo una muchacha pelea por sobreponerse a las circunstancias difíciles de su infancia primero como huérfana y luego como interna, maestra e institutriz, y cómo se enfrenta al mundo de manera noble y valiente. El contexto, como en Cumbres borrascosas, es la Inglaterra campestre de la primera mitad del XIX. Los ambientes, tanto los humildes como los más señoriales se suceden ante el lector con riqueza de detalles y colores.
Las circunstancias de su infancia y juventud y las personas que se encuentra a lo largo del camino hacia la madurez van modelando una personalidad fuerte que resiste los golpes de la vida con fortaleza y que se forja su propio camino a base de buen juicio y sentido común. Tras el sufrimiento, llegará la dicha, pero no para quedarse. Pero Jane Eyre, en apariencia un pequeño bote frágil en medio de la tormenta, sigue navegando firme y decidida buscando su lugar en el mundo.
Mi prejuicio sobre las llamadas novelas románticas ha sido torpedeado por completo después de leer Cumbres borrascosas y Jane Eyre, de Emily y Charlotte Brontë respectivamente. Siempre asocié romanticismo, además de a historias de amor, a tormentas de sentimientos, pasiones imposibles encarnadas por personajes más de leyenda que de carne y hueso. Pensaba en romanticismo y pensaba en algo tan colorido como irreal.
Bien, pues ocurre que ese prejuicio ha desaparecido al leer las obras de estas dos hermanas. Estas dos historias muestran a unos personajes cuyos relatos toman fácilmente forma humana, cercana, de carne y hueso, para bien y para mal.

Retrato de Charlotte Brontë
Son demasiadas las cosas buenas que me gustaría decir de este libro. Una es la construcción magistral que hace Charlotte Brontë de uno de los personajes más inolvidables de la literatura. Jane es la fuerza y la decisión de la juventud, el buen juicio del más experimentado, la bondad y ternura de un niño. Y pese a todo, nunca deja de aparecer a los ojos del lector como una mujer completamente humana a sus ojos, alguien al alcance en virtud. En la historia la vemos rebelarse ante la injusticia con ojos fieros, desplegar todo su carácter apasionado en los momentos en los que sería un error bajar la cabeza o guardar silencio; también la observamos reconocer y admirar y aprender de los que puede hacerlo cuando los encuentra a su paso; rezar humildemente y llenarse de esperanza cuando es consciente de que sus fuerzas no le alcanzan, tragarse el orgullo cuando es necesario, querer, consolar y socorrer al que lo necesita, ser una amiga fiel, trabajar con resignación si es lo que hace falta. En suma, una mujer que cualquiera quisiera a su lado, en mi opinión
Brontë describe las penurias sin excederse, aceptando que la vida tiene muchas caras. El sufrimiento lo relata ajustando el dolor en un alma humana en la que podemos mirarnos y reconocernos sin esfuerzo. Del mismo modo, cuando nos cuenta sobre el mal y sobre los que lo ejercen, no se ensaña, es más, comprende y compadece a cada uno en sus circunstancias.
Los personajes son ricos en matices, tanto los que copan la primera línea del protagonismo como los que desde el fondo del escenario ayudan a sazonar la historia. Los antagonistas son hombres y mujeres que si hacen el mal es a pesar de sus sufrimientos pasados, incontrolables, o por creer estar haciendo lo correcto. Algunos son maestros de la vida, buenos modelos, otros exponentes de los errores contraídos a través de diversos vicios. Algunos buenos apoyos en malos momentos, otros piedras en el camino cuyo sorteo curte al conseguir superarlos para seguir adelante.
El tema principal posiblemente es la fuerza de la belleza interior y la reivindicación de la importancia del papel de la mujer, algo así como un feminismo que, en el fondo, al no ser ciego, es más bien sentido común. También destacan las batallas interiores que libran varios personajes entre sentimientos y razón, el sentido y el poder de la justicia, los afectos profundos y duraderos entre el hombre y la mujer, la importancia y el papel a veces difícil de discernir de Dios en nuestras vidas, la importancia y la dignidad que otorga el trabajo honrado en las personas, la importancia de los amigos y los buenos modelos. En suma, una fuente casi inagotable de lecciones y ejemplos vitales para el lector. Valga un ejemplo:
Algunas personas dan poca importancia a los sentimientos puros y generosos, pero aquí teníamos dos naturalezas que se habían vuelto una insoportablemente amarga y la otra despreciablemente insípida, por carecer de ellos. Los sentimientos sin sentido común son algo anodino; pero el sentido común sin nada de sentimiento es un bocado demasiado amargo y basto para el consumo humano.
O bien
Las leyes y principios no son para los momentos en los que no hay tentaciones; son para momentos como este, cuando se rebelan el cuerpo y el alma contra su severidad. Son rigurosos, pero no los violaré. Si pudiera incumplirlos según mi conveniencia personal, ¿qué valor tendrían? Tienen un valor, siempre lo he creído, y si no lo puedo creer ahora, es porque estoy loca, totalmente loca, con fuego en las venas y el corazón latiéndome tan deprisa que no puedo contar los latidos. Todo lo que tengo para sustentarme en este momento son las opiniones preconcebidas y las resoluciones predeterminadas, y en ellas me apoyo.
Además, la novela cuenta con su moderada dosis de misterio, que la autora intercala con la historia principal en originales giros narrativos; también quisiera mencionar la riqueza de los diálogos, la claridad de sus argumentos en diferentes asuntos y las frecuentes referencias a pasajes de la Biblia o a obras tan importantes como El paraíso perdido, de John Milton. Me gusta mucho como en determinados momentos cruciales, Jane se vuelve hacia el lector y le tutea, acercándonos más si cabe a este personaje imprescindible.
Amable lector, espero que nunca padezcas lo que yo padecí entonces. Que nunca broten de tus ojos unas lágrimas tan tempestuosas, abrasadoras y dolorosas como las que brotaron de los míos. Que nunca clames al cielo con ruegos tan angustiosos y desesperanzados como los que salieron de mis labios. Que nunca temas ser la causa de la desgracia del que más amas.
Charlotte Brontë (Thornton, Inglaterra 1816, Haworth, Inglaterra, 1855). Es la tercera hija de Patrick Brontë y María Bramwell. Su padre era vicario de la aldea de Haworth (Yorkshire), donde Charlotte pasaría gran parte de su vida. A través de ciertos personajes y ambientes similares descritos de Cumbres borrascosas y de Jane Eyre, podemos hacernos una idea del contexto humilde, severo y puritano en el que crecieron ellas y sus hermanos. Huérfanos de madre, los hermanos Brontë fueron educados por su tía Elizabeth. Junto a sus hermanas Emily, Elizabeth y Mary acudirá a una escuela para hijas de clérigos en 1824. Allí morirían Elizabeth y Mary de tuberculosis.
Charlotte ejerció de maestra e institutriz. Estudió idiomas junto a Emily en Bruselas. En 1846 junto a Anne y Emily, escribe Poemas, que firman con seudónimos masculinos. Jane Eyre vería la luz en 1847, y sería un éxito inmediato. En 1848 fallecen sus hermanos Bramwell y Emily. Un año después, su hermana Anne. Después de Jane Eyre, Charlotte publicó Shirley (1849) y Villette (1853). Contrae matrimonio en 1854, un año antes de fallecer. Tras su muerte, se publicó póstumamente El profesor (1857), primera obra de la escritora que no logró ser publicada entonces.
Os dejo un fragmento:
– ¿A dónde va?
– A acostar a Adèle. Es más de la hora acostumbrada.
– Me tiene miedo, porque hablo como una esfinge.
– Su lenguaje es enigmático, señor; pero, aunque estoy perpleja, desde luego no tengo miedo.
– Sí, tiene miedo; su amor propio teme una torpeza.
– En ese sentido me siento aprensiva: no tengo ganas de decir tonterías.
– Si lo hiciera, sería de un modo tan serio y sereno que yo lo confundiría con el sentido común. ¿Nunca se ríe usted, señorita Eyre? No se moleste en responder, pues ya veo que pocas veces se ríe, pero sabe reír de muy buena gana. Créame, no es usted austera por naturaleza, de la misma manera que yo no soy vicioso por naturaleza. Las limitaciones de Lowood todavía la influyen un poco, controlando sus facciones, acallando su voz y constriñendo sus miembros. Teme usted, en presencia de un hombre y un hermano, o padre o amo o lo que usted quiera, sonreír con demasiada alegría, hablar con demasiada libertad o moverse con demasiada rapidez. Pero con el tiempo, creo que aprenderá a ser natural conmigo, de la misma manera que yo encuentro imposible ser convencional con usted. Entonces, sus miradas y sus movimientos tendrán más vivacidad y variedad de la que ahora se atreven a ofrecer. Veo a intervalos la mirada de una rara especie de ave a través de los barrotes tupidos de una jaula. Es una prisionera vehemente, inquieta y resuelta; si estuviera libre, volaría hasta las nubes. ¿Se empeña en marcharse?
– Han dado las nueve, señor.
Fragmento del capítulo XIV, Volumen I
CSDL
DATOS DEL LIBRO
Título – Jane Eyre
Autor – Charlotte Brönte
Páginas – 456
Precio – 15.99 euros
Editorial – (Austral) S.L.U. Espasa Libros
Lugar y año de publicación – 1901, Barcelona
ISBN – 97884467036961