El gran Meaulnes es un clásico desconcertante. Se trata de una novela de aventuras intimista, con pretendida voz lírica, cada vez más clara y profunda a medida que van pasando los capítulos y ya no urgen tanto los sucesos como los personajes. El narrador de esta historia es François Seurel, un adolescente de apenas 15 años al comienzo del libro. Ambientada en una región rural francesa en la década de 1890, la trama envuelve a Seurel y su gran amigo Meaulnes en una aventura fantástica en la que no sabemos ciertamente qué es sueño y qué real. El descubrimiento del amor, el sentido de fidelidad a la palabra dada y el valor de la amistad componen el horizonte vital de los personajes que intervienen en la novela.
Lo que más me fascina de esta obra es su correspondencia con la vida del autor; correspondencia que da la clave del libro. Henri Alban Fournier, conocido como Alain – Fournier, escribió una única novela, lentamente; durante ocho años fueron gestándose la palabras escritas en El gran Meaulnes. Lo maravilloso es comprobar que la palabra escrita nace de una palabra interior viva desde su infancia, que perdura en su adolescencia y madura en su juventud. ¿Quién es Fournier en la novela? ¿Es Seurel, hijo de un maestro como Fournier era? ¿Es Frantz, por ser también como él, un soñador enamorado que raya la locura? ¿Es Meaulnes? Quizá sí, quizá es Augustin Meaulnes más que nadie porque es a quien Fournier le hubiese gustado ser; quizá sea Frantz, por ser como él se sufría a sí mismo; quizá sea Seurel por ser como realmente era.
Un fortuito encuentro con Yvonne de Quiévrecourt en junio de 1905 propició la escritura de este libro. El joven Fournier, que en aquel momento tenía 19 años, se enamoró para siempre de aquella joven que, sin embargo, estaba prometida. De la breve conversación que mantuvieron, quedó la palabra dada por Fournier de escribir un libro sobre ellos. Así, Yvonne de Quiévrecourt se convirtió en Yvonne de Galais en la novela. A ese encuentro le siguió, también en 1905, el descubrimiento de un cuadro del prerrafaelita Dante Gabriel Rosseti: Beata Beatrix. El parecido entre Yvonne y la mujer del cuadro impresionó hondamente a Fournier.
Me parece interesante este último apunte sobre la conexión con la pintura. Tal y como Vicente Muñoz Puelles explica en la presentación a la obra en la edición que he leído (Anaya, 2013), «ese mismo año [1905], Fournier pasó una temporada en Inglaterra, donde trabajó como secretario en una fábrica de papeles pintados y se interesó por la pintura prerrafaelista». Pienso que de esta escuela bebió mucho el autor del libro y que, indagando en los rasgos principales de esta corriente artística del siglo XIX, entenderemos mejor el estilo y también el fondo de la novela. Brevemente, por el estilo: la intensidad de los colores de los cuadros se asemeja al marcado tono sentimental del narrador; por el fondo: el realismo de las figuras contrasta con el ambiente espiritual, podría decirse mágico y en ocasiones medievalista, de los cuadros, cargados de simbolismo; algo que podemos también afirmar de todo el libro pero especialmente de su núcleo, la aventura que vive el gran Meaulnes al conocer a Ivonne de Galais.
Antes de ofrecer un pequeño fragmento de la novela, cierro esta reseña con una invitación para el que haya leído ya El gran Meaulnes. Insisto, para aquel que ya lo haya terminado. Que busque las similitudes entre tres historias: la posible anécdota verdadera sobre cómo Dante, el poeta medieval, conoció a Beatriz; en segundo lugar, sobre el origen del cuadro de Dante Gabriel Rosseti al que antes aludimos y cómo fue el desenlace de la relación con su mujer; y, por último, la historia de El gran Meaulnes tanto en la fábula del libro como en el reencuentro, ocho años más tarde, en 1913, entre Fournier e Ivonne de Quiévrecourt, ya por aquel entonces Ivonne de Brochet, pues estaba felizmente casada y con dos hijos. Sin pretender que haya una relación causal entre estas historias y la novela, me ha llamado la atención la afinidad de unas con otras.
He aquí un breve fragmento:
«Cuando volvíamos, el sol disipaba la ligera bruma de la mañana, las amas de casa sacudían sus alfombras en el umbral de sus casas o charlaban; y en los campos y los bosques, a las puertas del pueblo, empezaba la más radiante mañana de primavera que haya quedado en mi memoria.
Aquel jueves todos los alumnos mayores de la escuela tenían que llegar hacia las ocho, para preparar durante la mañana unos el Certificado de Estudios Superiores, y otros el examen de ingreso a la Escuela Normal. Cuando llegamos los dos, Meaulnes con una pena y agitación que no le permitían quedarse quieto, yo muy abatido, la escuela estaba vacía… Un rayo de tibio sol se deslizaba por el polvo de un banco carcomido y por el barniz desconchado de un planisferio.»
PRB
DATOS DEL LIBRO
Título – El gran Meaulnes
Autor – Alain Fournier
Páginas – 280
Precio – 10.70 euros
Editorial – Anaya Infantil y Juvenil
Año de publicación – 2013
ISBN – 9788467840537