La tierra que pisamos – Jesús Carrasco

No he podido resistirme a leer cuanto antes la segunda novela de Jesús Carrasco. Tras el éxito de Intemperie, su debut literario, no cabía esperar una obra menor de este autor español, que parece llevar toda la vida escribiendo clásicos contemporáneos.

fotonoticia_20160314141011_800En La tierra que pisamos se nos presenta una especie de ucronía, una historia contrafactual diseñada con los mimbres históricos e ideológicos del siglo XX. Este es el contexto de la historia: España ha sido anexionada a un imperio europeo totalitario y despótico, y, después de la guerra, los vencedores entregan a las élites militares un pueblo de Extremadura como botín, como pago por los méritos conseguidos, para poder retirarse en un paraje tranquilo.

Todo nos lleva a pensar en el imperio nazi; la historia construida, el paisaje del relato, vendría como respuesta a esta pregunta: ¿qué hubiese pasado si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial? Pues eso, que Extremadura sería un resort para militares jubilados. En ningún momento se nombra a los alemanes o se cita la historia real, pero los mensajes, la estética (o la falta de ella) y la crueldad que reinó en aquella época es la que reina en esta historia.

He de reconocer que oír hablar de pueblos extremeños (La Parra, Santa Marta, La Albuera, Burguillos) en el contexto de la gran épica de los imperios europeos, a veces me ha sonado un poco forzada (por no decir que es una mezcla extrema); casi pasa lo mismo al ver en un mismo relato al teniente Adrien Boom, por ejemplo, y pocas páginas más adelante a José El tocino: casi suena a tebeo de superhéroe español… Pero bueno, quizá esta sensación provenga de la baja autoestima que tenemos los españoles, que todo lo nuestro nos suena rancio.

La novela nos cuenta que en ese pueblo retirado de una esquina de la península, Eva Holman, esposa de un militar muy condecorado, recibe la visita de un hombre misterioso (un nativo), que se asentará en su propiedad y que hará que su vida dé un giro copernicano. La señora Holman, como si hubiera sufrido una revelación, empezará a cambiar su forma de pensar, y verla-tierra-que-pisamosá la realidad (su vida, su marido y el mundo que se han creado) con ojos distintos, con luz nueva.

Ya sabemos que la fuerza del autor nace de su potente dominio del castellano, de su lirismo cargado de imágenes poderosas. Por ello, creo que ha querido acudir a una fuente que sabía inagotable para su arte personal: la barbarie humana, la miseria del hombre en su estado más primitivo, la supervivencia. El tremendismo que impregna su prosa fluye como la seda en los terrores del campo de concentración. En pequeñas estampas (alguna ocupa una sola página) nos describe las dos historias paralelas: la vida pasada del visitante misterioso, llena de torturas y trabajos impuestos por el Imperio; y, por otro lado, la vida presente de Eva y su encuentro con el nativo. La novela se adentra en la búsqueda de las propias raíces, en la identidad perdida, la relación con lo más básico que tenemos, lo que nos sostiene, «la tierra que pisamos». En palabras del autor: «tuve la intención de reflexionar sobre algo que está un poco olvidado y para mí es importante: el modo en que nos relacionamos con el espacio, con la tierra en la que hemos nacido, esa identidad que tiene que ver con el terruño, pero también con la tierra desde un punto de vista emocional (…). Quería acceder al desmontaje de un ser humano para ver si al final de ese proceso su relación con la tierra, que era lo único que no podía quitarle, le servía para volver a reconstituirse».

Y el autor añade: «He intentado que hubiera esperanza en algún lugar de la novela. Y creo que la hay, pero hay que buscarla, porque está bastante escondida en los dramas que se narran». Es una novela dura, en algunos casos violenta, pero el novelista, en medio de tanta crudeza y desolación , sabe encontrar lo genuinamente humano. Su lenguaje, su prosa exquisita, no decae en ningún momento y consigue convertir, por segunda vez, el dolor humano en algo terrible pero admirable.

Jesús Carrasco nació en Badajoz, en 1972. Su primera novela, Intemperie, ha sido un éxito rotundo de ventas, ha sido traducida a una veintena de lenguas y será llevada al cine próximamente. Con La tierra que pisamos ha ganado el Premio de Literatura de la Unión Europea.

Os dejo un breve fragmento:

«Mi hija tiene los labios secos y el pelo revuelto; la boca medio abierta y la enfrente entera. Tiro de sus brazos hasta que separo su cuerpo de los otros. Me levanto y me la llevo al pecho, como si la sacara de la cama en medio de la noche. Trato de abrazarla pero su cabeza no busca el escalón de mi hombro para seguir durmiendo, sino que cuelga. Me llevo entonces sus brazos a la espalda. Quiero que me abrace pero sus extremidades de alambre vuelven a caer como si hubieran encontrado, entre los muertos, una nueva familia».

Suso R.R.

 

DATOS DEL LIBRO

Título – La tierra que pisamos

Autor – Jesús Carrasco

Páginas – 270

Precio – 18 euros

Editorial – Seix Barral

Lugar y año de publicación –  Barcelona, 2016

ISBN –9788432227332

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