La historia empieza mostrándonos a un niño y a su madre, ambos esperando en una carretera en algún punto entre Florida y Utah a que el agua del coche deje de hervir para poder continuar su camino. Es 1955, y los dos buscan un lugar donde empezar de nuevo, un sitio donde poder reclamar un poco de estabilidad entre el resto de seres vivos. «Todo cambiará cuando lleguemos a nuestro destino», dicen.
Vida de este chico es un prólogo, un accidentado pero enriquecedor e itinerante comienzo de la existencia de Toby, por la que se suceden diferentes personas, vínculos con familiares y conocidos, dejando cada uno una muesca en el carácter del protagonista. Sus ojos absorben comportamientos mezquinos, sacrificados, valientes, ejemplares y déspotas, vivencias de gente con la que se topa y deja atrás al cabo del tiempo, mientras se pregunta donde encaja él, cuál es su pose en el mundo, como dice la cita de Oscar Wilde al comienzo.
Especial mención merece el modo en que está descrita la estrecha relación de Toby con su madre, y la distancia cambiante que hay entre ellos durante la historia; también lo certero del retrato de su difícil familia, la mezquindad de su detestable padrastro o las diversas amistades que mantiene. Podemos comprobar cómo Toby cree tener un don para calar a las personas, para saber lo que quieren o esperan en realidad, lo que le permite moverse a sus anchas la mayor parte del tiempo. A su vez cree conocerse de veras, pero la incertidumbre en su futuro no se disipa y si no fuera porque es un libro de memorias, no esperaríamos nada positivo de su futuro.
Por lo demás, la manera de narrar divertida y honesta de Wolff, a veces transparente, hace de este relato una historia atractiva por su sinceridad, e interesante como uno de esos cuadros que hay que ponderar como unión de fragmentos y luego como un todo. Es la primera vez que leo a Tobias Wolff, y me ha recordado mucho a otros títulos como Matar un ruiseñor, Me voy con vosotros para siempre o Una temporada para silbar. Todas ellas las disfruté sobre todo por la nostalgia que rezuman, esa con la que se echa la mirada atrás y se sonríe, apenado. Me gustan también por ese toque de ambientación en la Norteamérica rural de vida exigente y personas duras y conformistas. A su modo, sin embargo, es menos bucólica y más sincera, y nos llega como un testimonio explícito, unas memorias en las que se ha dado cabida a todos los aspectos, incluido lo doloroso, lo vergonzoso y puede que quizá hasta lo deshonroso en algún caso, pues todo perteneció a la vida de aquel chico.
Hacia el final encontré un párrafo que me pareció representativo del conjunto:
«Me miró otra vez y luego dio un paso atrás y quedé solo ante el espejo. El elegante desconocido del cristal me contempló con una expresión dudosa, casi atormentada. Ahora que había sido creado, parecía estar buscando alguna señal de lo que el futuro le deparaba.
Me estudió como si yo tuviera la respuesta.
Afortunadamente para él, no sabía juzgar a los hombres. Si hubiera visto las fisuras de mi carácter, tal vez habría comprendido que le esperaba toda clase de problemas y, sabiéndolo, quizás habría perdido el valor antes de que empezara la partida. Pero no vio nada que le alarmara. Dio un paso adelante, se metió las manos en los bolsillos, echó los hombros hacia atrás y ladeó la cabeza. Había un toque de arrogancia en su pose, algo del galán de teatro, pero su sonrisa era cordial y esperanzada.»
CSDL
DATOS DEL LIBRO
Título – Vida de este chico
Autor – Tobias Wolff
Editorial – Alfaguara
Páginas – 310
Precio – 18,50 €
Año de publicación – 2012
ISBN – 9788420410425