El mismo Jesús Montiel describe los versos recogidos en sus páginas como «los hijos de ese tiempo entregado a las musarañas». El escritor sabe que la poesía no es una escritura que a todos les parece provechosa. Después de todo, su modus operandi no va con la rapidez y la productividad del Progreso. No obstante, al poeta le gusta entregarse a la lírica. Este libro no es solo una defensa del poema frente a los que lo juzgan por su supuesta inutilidad, sino la prueba impresa de sus beneficios.
Si algo caracteriza a nuestro autor es la capacidad de asombrarse. No es baladí que en el preludio de Memoria del pájaro aparezca la siguiente frase de José Luis Pacheco: «Total misterio a cada instante la vida». Y no es otra la tarea del poeta que la de desbrozar y descubrir los destellos luminosos en lo ordinario, en el pasar de los días, y encararnos con el enigma. Es en este terreno donde Montiel demuestra en pocas páginas pero ampliamente, su pericia.
Aparentemente hiladas con desorden, las composiciones se suceden conectadas por el mismo tema, que no es otro que la trascendencia en lo cotidiano. Así, desde la lectura del periódico, pasando por el ejercicio de la caza o el acto de ingerir agua de Font Vella, el autor nos plantea hondas reflexiones sacadas no de lo extraordinario, sino de lo común. Su escritura es el reflejo de una ávida observación que sabe desentrañar la belleza de lo diario. Una ayuda para estar atentos y valorar las cosas simples. Si uno lo piensa bien, sin duda un ejercicio poético totalmente contrario a una actividad inútil o propia del campo de lo innecesario.
Montiel no se entretiene en fórmulas enrevesadas. Precisamente, la magia de sus textos se encuentra en la capacidad de utilizar palabras en su mayoría asequibles, pero cuidadosamentes seleccionadas. Así, con la precisión del dardo en la diana, el autor nos regala unas palabras precisas que nos hacen admirarnos no solo del contenido, sino de su singular estética.
Por la calidad de sus estrofas, es difícil escoger un único poema. No obstante, creo que el siguiente es un buen ejemplo de como salvar la superficialidad con elegancia, alzando la mirada más allá del mero instante y de lo material. Por su alejamiento de lo vulgar con un tema susceptible de serlo, os dejo con Elogio del pene:
sin ropa.
mirándote
Ya crece su estaturaSi dejo que el deseo lo prospere
se alarga como un dedo que te apunta
o un raro detector de metales.Que nadie se equivoque
abajo de mi abdomen hay mucha trascendencia.El pene del que hablo te señala.
Se eleva como un puente levadizo
que acaba en las orillas de tu cuerpo.Subraya tu lugar en esta noche.
Me dice que estoy hecho para el otro.
Jesús Montiel nació en Granada en 1984 y se licenció en Filología Hispánica en la Universidad de su ciudad natal. Es también Doctor por la Universidad Complutense de Madrid y trabaja como profesor de Lengua y Literatura. Ha publicado otros cuatro poemarios, los tres primeros galardonados: Placer adánico, Díptico otoñal, Insectario y La puerta entornada. Por su lado, Memoria del pájaro ha ganado el XXXI premio de poesía (2016) de la editorial Hiperión.
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Capítulo IV 
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