Una larga conversación, sostenida durante horas, puede ser materia suficiente para una novela si en ella se desvelan los secretos de toda una vida, si se transita por el pasado buscando respuestas para el presente. El diálogo entre dos antiguos amantes que se rencuentran fortuitamente en el aeropuerto de El Prat nos sorprende por el grueso tapiz de vivencias que recrea con solo gestos, miradas y palabras.
Germán tiene varias horas por delante hasta su siguiente vuelo a Madrid, y Marina se dirige a su casa tras aterrizar en su ciudad. Ambos dudan y esgrimen tímidos argumentos para hacer de esa espera un rencuentro de viejos amigos o para evitar esa coincidencia con la elegancia que dan los años para disimular en situaciones incómodas. Finalmente, Germán y Marina, a la vuelta de veinte años, y sin habérselo propuesto, despliegan el tormentoso mapa emocional donde naufragó su amor joven y clandestino. El ritmo improvisado, los cambios de escenario -el aeropuerto, el piso de Marina, las calles de Barcelona y un restaurante junto al mar- dan a la conversación un tono vivo, donde se van descorriendo poco a poco los tupidos velos que han dejado el paso del tiempo, rincones inexplorados y que se desempolvan como muebles viejos.
Al principio, como un bisturí que abre un cuerpo exangüe, no parece existir dolor en las palabras que se pronuncian, todo es informal y desenvuelto, pero a cada tramo que se recorre va quedando al descubierto la herida, y la sangre quieta comienza a manar. Marina se ve rodeada de los fantasmas de su pasado y Germán empieza a comprender los motivos de su despecho, el abandono al que se vio sometido. Marina, la joven que paseara a su lado aquella noche de promesas en una Niza de luna esplendorosa, siente la explosión de sinceridad que los años de soledad, de viudedad y de dolor, habían acallado. Y será Germán -nunca lo hubiera pensado- quien recoja esas lágrimas en un adagio confidencial, un adagio lamentoso.
Se trata de una novela sutilmente confeccionada, con hilos muy finos, inmaterial: todo viene marcado por sentimientos, pensamientos, impresiones y detalles ínfimos. La vida ha dejado zarpazos grabados en los dos protagonistas, y de ellos se sacan lecciones que también han quedado como huellas impresas en la forja del dolor.
Las ilusiones infundadas, los errores infantiles y la frivolidad, siempre se pagan con un dolor inconfesable. El matrimonio de Marina, las amistades que no eran tales, los raudales de sentimientos gobernando el timón de la vida, todo ello desemboca en desencantos que dejan la existencia al nivel del instinto: «Los humanos se equivocan siempre cuando únicamente se guían por sí mismos, por los instintos, por las intuiciones, e incluso los sentimientos, sin tener en cuenta la fuente que nos ha dado la posibilidad de tener instintos, intuiciones y sentimientos».
Con esta obra, Mercedes Salisachs (1916-2014) fue finalista del Premio Planeta 1973. En 1975 lo ganaría con su famosa novela La gangrena.
Os dejo un breve muestra, que dibuja el escenario de la novela :
«Guardan silencio unos instantes. Ambos se sumergen de nuevo en las tinieblas de otros tiempos, de otras primaveras parecidas a la actual, grises, opacas, lluviosas y repletas de incógnitas que nunca consiguieron aclarar».
Suso R. R.
DATOS DEL LIBRO
Título – Adagio confidencial
Autora – Mercedes Salisachs
Páginas – 270
Precio – Descatalogado
Editorial – Planeta
Lugar y año de publicación – Barcelona, 1973
ISBN 978– 84-320-5288-4