El escritor vallisoletano repasa en varios ensayos breves las que fueran sus aficiones de chico, joven y adulto: montar en bicicleta, jugar al fútbol, practicar la pesca o la caza, defenderse en el tenis e incluso pasear. Lo que aparentemente parecen sencillas opiniones sobre ésta o aquella disciplina, se convierte al leerlas en una defensa de un estilo de vida, en una filosofía sobre el desarrollo del ser humano plagada de valiosas lecciones y memorables recuerdos.
Delibes, casi setentón ya, echa la vista atrás y, al mirar al pasado, sus ensayos nos trasladan a un país que muchos ya no reconocemos por el que, sin embargo, no ha pasado tanto el tiempo. Es aquella España de posguerra relatada desde el punto de vista de pequeñas ciudades y pueblos de Castilla donde el autor vivió su infancia y cuya existencia brillaba por su sobriedad y lo superfluo era tan caro como insólito. Sin embargo, para el escritor vallisoletano aquellos tiempos difíciles fueron tiempos llenos de felicidad a juzgar por sus memorias. Sus palabras destilan nostalgia y pasión a la manera recia del ilustre vallisoletano, y consiguen evocar fielmente un modo de vida que a pesar de todo permitía disfrutar plenamente de los más pequeños placeres como cazar cangrejos o montar una bicicleta.
Sus recuerdos traslucen toda una filosofía de vida, un profundo amor por unas aficiones que al final como todo el mundo tuvo que dejar atrás y a las cuáles miraba con un cariño entrañable. Se lo recomendaría a todo el mundo, pero en especial a aquellos para los que los recuerdos deportivos de Miguel Delibes tendrán la música de su propia infancia y juventud.
Lamentablemente, Mi vida al aire libre ya sólo está disponible en segunda mano o librerías de viejo. Un capítulo de este libro, Mi querida bicicleta, fue editado como obra independiente por la Editorial Ken en 2014.
Os dejo un fragmento:
La claudicación, el retiro de todas aquellas actividades que hemos amado con pasión, es una muerte pequeña. Por otra parte, soy enemigo de adioses, de soluciones drásticas, de medidas definitivas. ¿Por qué no ir desprendiéndonos de las cosas que amamos gradualmente, poquito a poco? La melancolía de la renuncia es provocada a veces por las rígidas imposiciones cuarteleras: deje usted de beber, deje usted de fumar, deje usted de cazar… ¿Por qué no beber moderadamente en las comidas, fumar 5 o 6 cigarrillos diarios, cazar media jornada? La media ración, he ahí una solución a pelo. La media ración es, por otra parte, la única forma, aunque mitigada, de que uno a los sesenta y ocho años pueda seguir bebiendo, fumando y cazando. A veces, me encuentro en el campo con algún conocido que, al verme, me dice con su mejor voluntad:
– ¿Qué, don Miguel, a hacer piernas?
-Mire usted, eso es mucho pedir. A mi edad, me conformo con conservarlas.
Una vez que uno inicia en la vida la cuesta abajo, el problema es ése: conservar. Conservar útiles piernas, arterias, bofes y corazón. Que la artrosis o el infarto no nos dobleguen. Ejercitarnos con moderación. Pasear un par de horas diarias, cazar las mañanas de los domingos, pedalear 15 o 20 kilómetros, jugar una partidita de tenis un par de veces por semana… En una palabra, seguir en activo aunque con mesura. A mi juicio, ésta es la receta pertinente para sesentones reacios a enrolarse en una existencia sedentaria, resueltos a o dimitir de una maravillosa vida al aire libre.
CSDL
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DATOS DEL LIBRO
Título – Mi vida al aire libre
Autor– Miguel Delibes
Páginas – 223
Precio – Descatalogado
Editorial – Ediciones Destino
Lugar y año de publicación – Barcelona, 1989
ISBN 978– 84-233-1775-7