Si sólo contemplásemos la naturaleza tendríamos una experiencia pasiva e insuficiente. Pero, ¿qué es Naturaleza? (Sí, con mayúscula). ¿Es Naturaleza el parque protegido en el cual cada planta tiene un seguimiento individual?, ¿es Naturaleza el patio interior de un chalet donde los arbustos están recortados a nuestro gusto?, ¿es Naturaleza la planta encerrada en una maceta? Para John Fowles no o, más bien, para él todo eso es una Naturaleza domesticada al gusto de los humanos que encierra y recorta su potencial.
John Fowles publicó El árbol por primera vez en 1979 y la editorial Impedimenta nos lo trae a nuestras bibliotecas con una nueva y espléndida traducción de Pilar Adón. Este libro de lectura para cualquier estación del año es uno de los pocos ensayos que el autor escribió, y mezcla elementos autobiográficos con un manifiesto ecológico en defensa de la naturaleza salvaje y su experiencia como un arte.
Este es un libro que recuerda al Walden de Henry Thoreau como declaración de que la vida libre es la vida en la Naturaleza y a The Death of Nature de Bill McKibben con su visión más pesimista que analiza el impacto del hombre en este planeta. Una comparación más cercana y actual pueden ser los escritos de Emma Marris o su discurso en Ted Talks: Nature is everywhere — we just need to learn to see it.
“Lo que está en verdadero peligro no es tanto la naturaleza como nuestra actitud hacia ella.»
Fowles se adentra en la obsesión del hombre por cuantificar resultados e intentar maximizar la utilidad de cualquier elemento de este planeta a través de una preciosa descripción de cómo su padre cuidaba los manzanos de su patio interior. Su padre dedicaba horas y horas a podar los árboles para intentar sacar el máximo rendimiento de estos. Esta vívida imagen paternal de lo salvaje manipulado y domesticado es el detonante para la rebelión del autor. La descripción de su padre como una persona seria y estricta nos lleva a entender la visión subversiva de Fowles sobre la naturaleza como algo salvaje y que deberíamos dejar que siga siendo salvaje sin intentar darle utilidad o explicación alguna.
“Esta adicción a la búsqueda de un motivo, de una función, de un rendimiento cuantificable, de ha infiltrado en todos los aspectos de nuestras vidas hasta convertirse de forma muy eficaz en sinónimo de placer, de modo que la versión moderna del infierno es la carencia de propósito.”
Para Fowles, mientras sigamos considerando que la Naturaleza es algo ajeno a nosotros, que está fuera de nosotros, entonces, la habremos perdido del todo.
«Únicamente de una manera personal, de una manera directa, podemos llegar a conocer la realidad natural, en su propio presente. Nadie puede comprenderla a través de otro. Ni siquiera parcelándola. Solo se puede llegar a ella a través de uno mismo.»
Y pienso en que muchos días ando, corro, camino, me siento, me tumbo y en todas las horas no toco nada de tierra, sólo cemento.
John Fowles nació en 1926 en el condado de Essex, no lejos de Londres. Se matriculó en francés y alemán por la universidad de Edimburgo y se libró por los pelos de ser enviado a luchar a la Segunda Guerra Mundial. En Oxford admirará a Albert Camus y a Paul Sartre. Después de licenciarse se dedicará a la enseñanza en diversos países como Francia e incluso Grecia, además de en su Inglaterra natal. Tras el éxito de su primera novela, El coleccionista (1963), Fowles podrá centrarse por completo en la escritura. A esta primera obra le seguirán otras conocidas como La mujer del teniente francés o El mago. El árbol es sin duda su ensayo más leído. El autor falleció en su residencia del condado de Dorset en el año 2005.
Carlota C.A.
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Disfruta del primer capítulo del libro por cortesía de la Editorial Impedimenta
DATOS DEL LIBRO
Título – El árbol
Autor – John Fowles
Nº de páginas – 112 págs.
Precio – 16 euros
Editorial – Impedimenta
Lugar y año de publicación – España, 2015
ISBN – 9788415979975
Traducción – Pilar Adón