Kate Morrison, una joven profesora en la universidad de Toronto, recibe una invitación para asistir a la fiesta de cumpleaños de su sobrino. Sin embargo, la sola idea del viaje y el reencuentro con su familia le supone enfrentarse a recuerdos que ha pretendido olvidar o dejar de lado, como si se pudiera huir del pasado. Así comienza la narración, en la que la autora nos va introduciendo en la infancia de la protagonista, que transcurre en un ambiente rural apacible de Canadá, y retrocediendo y avanzando en el tiempo, buceando en la memoria de generaciones, hila destinos e intercala sucesos, y poco a poco va llevando al lector a orillas del lago, hasta unir presente y pasado en un final tan humano y real como la vida.
Es ésta una buena historia familiar, de personas acostumbradas a una vida de trabajo y renuncias constante, que se une frente al infortunio, y en la que los personajes deben asumir papeles diferentes a los planeados, en la que el sacrificio, las decisiones personales y sus consecuencias, y la aceptación sincera del curso de las cosas juega un papel primordial. Destacan entre ellos, además de la protagonista, Matt y Luke, hermanos y tan diferentes, así como los miembros de una familia vecina, los Pye, el contrapunto de la historia.
Siempre me han gustado las historias que suceden en ambientes rurales ( Una temporada para silbar o Las ratas) porque suenan a pasado, sus personajes son hoy cada vez más insólitos. Por ejemplo, en la novela se cuenta cómo los primeros campesinos de aquellas tierras lejanas obtenían del gobierno el derecho a su propiedad cuando las desbrozaban y cultivaban. Sus vidas estaban ligadas al campo, generación tras generación. Por eso es tan relevante en el libro el papel que juega la educación como trampolín hacia un porvenir más próspero en forma de oportunidades escasísimas que debían aprovechar a toda costa, a riesgo de dejar atrás el origen, el hogar y la escuela que en sí misma representa.
Recomiendo vivamente acompañar a la protagonista a la orilla del algo y tumbarse boca abajo para observar la vida que transcurre bajo el agua, y junto a ella bucear en el recuerdo y las relaciones pasadas, para tratar de explicarnos a nosotros mismos.
Mary Lawson (Blackwell, Ontario, 1946), es una escritora canadiense. Comenzó escribiendo relatos cortos para revistas femeninas y, tras un extenso período de perfeccionamiento, publicó A orillas del lago, con muy buena aceptación de crítica y público. Su segunda novela, The other side of the bridge, aún no ha sido traducida al castellano, a pesar de haber sido nominada al Man Booker Prize 2006. Su última novela es Road Ends (2013).
Os dejo un fragmento:
Una imagen más, doce años más tarde: la de la noche anterior a que yo me marchara a la universidad. Matt, que vivía en la finca, había ido a casa para despedirse de mí. Durante años yo había conseguido borrar aquella noche de mi memoria, pero en ese momento regresaba con una claridad asombrosa, como si hubiera ocurrido ayer. Matt y yo bajamos a la playa. Nos sentamos en la arena y contemplamos el lago y cómo la noche se apoderaba de él. Estuvimos hablando con afectación de cosas que no nos importaban: el viaje en tren, la residencia universitaria, si habría teléfonos en todas las plantas… Hablábamos como si fuéramos dos desconocidos. Y es que entonces casi lo éramos. Esos doce años que llevábamos sin hablar de lo que debíamos haber hablado, sin resolver lo que debíamos haber resuelto, nos habían convertido en extraños.
CSDL
DATOS DEL LIBRO:
Título: A orillas del lago
Autora: Mary Lawson
Páginas: 252
Editorial: Salamandra
Fecha y lugar de publicación: España, 2002
ISBN: 9 78-84-7888 -788-1
Traductora: Gemma Rovira Ortega