Tras realizar la película El espejo en 1975, Andréi Tarkovski se planteó seriamente dejar el cine debido a las furibundas críticas que recibió por su última creación cinematográfica. Pero fue poco después cuando empezó a recibir numerosas cartas de personas que apreciaban su cine. Esto le devolvió el impulso de seguir rodando y también el empuje para escribir Esculpir en el tiempo, que quizá sea, si no el mejor, uno de los mejores libros sobre cine jamás escritos.
La lectura se divide en nueve partes, una introducción, un epílogo y cuenta con un índice donde aparece toda su filmografía y todas las referencias usadas a lo largo del libro. Además, su prólogo está escrito por Don Eduardo Terrasa Messuti, profesor de Antropología y capellán de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, quien considera las reflexiones de Tarkovski como «evidentes y asombrosas a la vez» y habla de su cine como una producción filmográfica singular, sincera y real, «sin prejuicios ni pretensiones en el limpio surgir de los personajes y las situaciones».
Esculpir en el tiempo es producto de una elaborada reflexión, en gran parte debida a la lectura de escritos sobre cine que le creaban al artista el deseo de defender sus propias ideas. Para este genio del cinematógrafo, el director es como un escultor del tiempo que describe situaciones que podrían durar, por ejemplo, años, y las reduce a dos o tres horas de metraje: es el cine el primer arte que capta el tiempo tal y como acontece.
Es difícil clasificar este libro en un género, puesto que si bien funciona como una especie de diario de trabajo cuya escritura ocupó los últimos 15 años de su vida (a modo de testamento cinematográfico), también es algún tipo de ensayo sobre su propia concepción del cine, el arte en general y la propia existencia humana, especialmente sobre la libertad y la responsabilidad del hombre.

Fotograma de Stalker, antepenúltima película de Tarkovski
Lo que hace especial a este libro es que no ofrece una visión formalista y analítica propia de un erudito, sino que basándose en su propia experiencia y sus teorías, habla con la pasión y sensiblidad de un artista intelectual. Tarkovski demuestra con Esculpir en el tiempo que además de ser un enamorado de su trabajo es un hombre de una vasta cultura y un pensador, un creador que no solamente ejecuta, sino que reflexiona sobre el arte y conceptualiza, filosofa. Bien sea sobre la dirección de actores o sobre el montaje, el director ruso tiene algo inteligente que decir. Y no solo eso, sino que Tarkovski pasa de hablar de los elementos creativos que componen las películas a la responsabilidad del artista y el compromismo moral al que considera que su libertad debe estar sujeto.
Porque el ruso es un hombre que habla claro, que no tiene miedo a huir del gusto comercial, puesto que considera que el artista debe ser fiel así mismo para ser fiel a su público y no ofrecerle filmaciones mediocres para que simplemente se entretenga o desconecte de su día a día, sino que cree que debe presentarle un material que le enfrente a la vida y le haga reflexionar sobre esta, llevándole así a la trascendencia. No en vano el cineasta fue un explorador de nuevas narrativas cinematográficas que influyeron en las siguientes generaciones de cineastas.
En Esculpir en el tiempo, Tarkovski repasa su carrera de modo no lineal y hace varias confesiones con respecto a sus películas, lo que significan para él, y da varias claves para comprenderlas. ¿Y qué mejor que contar con las palabras del propio artista para acercarse a su obra? Sin duda esta es una ocasión de conocer mejor al director ruso, que ayudará especialmente a reflexionar a los artistas y fascinará a los cinéfilos, especialmente a los amantes de las películas de este autor.
Hay muchísimas ideas destacables en este diario-ensayo, tantas que casi parece injusto elegir. Pero quiero mencionar una cita breve aunque poderosa, en la que Tarkovski expone de manera clara y condensada la importancia que el director le da al cine y por qué considera que es quizá la más elevada de las artes:
«La pureza del cine y su fuerza intransferible se muestran no en la agudeza simbólica de las imágenes por muy audaces estas que sean, sino en el hecho de que las imágenes expresan la concreción y la irrepetibilidad de un momento concreto».
Andréi Tarkovski nació en el año 1932 en Zavrazhie, Rusia. Fue hijo del reconocido poeta Arseny Tarkovski. Durante su juventud estudió música, pintura, escultura y aprendió lenguas orientales. Más tarde se interesó por el cine y se inscribió en la aclamada Escuela VGIK. Saltó a la fama mundial con su primer largometraje, La Infancia de Iván, por el que recibió el máximo galardón del Festival de Venecia, pasando por encima a conocidos directores como Godart, Kubrick o Pasolini. Fue un director poco prolífico, pero su cine dejó huella y creó escuela. Se exilió en 1984 y falleció en París en diciembre de 1986, a los 54 años. Sus restos se encuentran en el cementerio ruso de Sainte-Geneviève-des-Bois, a las afueras de la capital francesa. La inscripción en su tumba reza: “Al hombre que logró ver al Ángel”.
Enlaces de interés
Películas de Tarkovski online en moreliafilmfest.com
Algunas fotografías polaroid de Tarkovski en gwarlingo.com
Artículo «Andréi Tarkovski, escultor del tiempo» (partes I, II y III), sobre la filmografía del director, en la revista Jot Down
DATOS DEL LIBRO
Título – Esculpir en el tiempo
Autor – Andrei Tarkovski
Páginas – 272
Precio – 17 €
Editorial – Rialp
Lugar y año de publicación – Madrid, 2002
ISBN – 8432127914
Traducción – Enrique Banús Irusta