Un puente sobre el Drina – Ivo Andric

Captura de pantalla 2019-08-11 a las 14.28.01Fue hace muchos años que oí hablar por primera vez de Un puente sobre el Drina. Estudiaba periodismo en Pamplona y durante una acalorada discusión en clase sobre el conflicto kosovar, el profesor –creo que era Paco Gómez Antón (q.e.p.d.)- nos recomendó leerla. Según nos dijo, esta novela -del serbio Ivo Andric– mostraba las nudosas raíces de las guerras que han golpeado a la antigua Yugoslavia, algunas de ellas recientemente. Tomé nota del título y del autor, luego me olvidé y, veinte años después, me he animado a leerla. 

Comprobé que se trata, efectivamente, de un relato de corte histórico que forma parte de una trilogía que Andric dedicó a los Balcanes. A Un puente sobre el Drina le antecede Crónica de Travnik y le sigue La Señorita. Las tres fueron publicadas en 1945, al terminar la II Guerra Mundial como un homenaje al sufrimiento de los pueblos que habitan esa zona. 

Pero quedarse en que se trata de una novela histórica es decir muy poco de ella. El paso del tiempo en los Balcanes no es sino una excusa para reflexionar en mil aspectos del alma humana, sus glorias y sus miserias, que son las mismas para todos. Solo en este sentido puedo decir que valió la pena retrasar su lectura pues hay situaciones que se plantean en el libro que a un joven de 20 años se le escapan. La experiencia de vida es siempre un valor que facilita el disfrute de las buenas novelas. 

El gran protagonista de este libro es, cómo no, el puente. Un puente que es real y que puede visitarse en Visegrado, Bosnia. Al lector le pasará, me imagino como a mí, que al terminar la lectura le sobrevendrá el deseo de visitar ese lugar, del que Google ofrece unas imágenes realmente hermosas. 

Temporalmente el libro recorre tres siglos largos, los que van desde la construcción del puente, en 1577, hasta su voladura en la I Guerra Mundial. El inicio es toda una declaración de intenciones del autor. Firme defensor de la pacífica convivencia entre los habitantes de la antigua Yugoslavia, comienza narrando cómo el gran visir del imperio Otomano, Mehmed Pasa Sokolovic, ordenó levantar este puente, el más grandioso y bello jamás visto. Se proyectó con el fin de unir las dos orillas de Visegrado, su pueblo natal, y también a los vecinos cristianos y musulmanes. 

Mehmed Pasa, cristiano de nacimiento, quería saldar una deuda con su madre y con su pueblo, de cuyos brazos fue arrebatado siendo niño para convertirse en musulmán y en soldado de élite al servicio del sultán. Convertido años después en un visir rico y poderoso costeó el puente para restañar la herida de la separación y fomentar la concordia entre los vecinos. Por este último motivo dispuso que tuviera a mitad una gran espacio de reunión al aire libre que los turcos llaman kapia. Se diseñó espacioso y con grandes bancos de piedra para invitar al encuentro. Esta kapia será el corazón de la novela y el escenario de momentos memorables, alegres unos y trágicos, muy trágicos, otros. 

Destaco del libro un extracto del final, el soliloquio de un anciano musulmán descolocado por la rápida transformación de la sociedad a inicios del siglo XX, y que es testigo doloroso e incrédulo de la destrucción del puente durante un bombardeo en el curso de la Primera Guerra Mundial. 

“Quizá, pensó, aquí se destruye y en otros sitios se edifica. Tal vez existan todavía regiones apacibles y gentes razonables que respeten la voluntad de Dios. Si Él ha abandonado a esta desdichada ciudad, probablemente no habrá dejado de su mano al mundo entero. Y estos seres no seguirán haciendo lo mismo hasta el fin de los siglos. Pero, ¡quién sabe! (…) ¡Quién sabe! Puede ser que esta fe impura que se pone a ordenar, que limpia, que repara y perfecciona para, a continuación, devorarlo y destruirlo todo de un golpe, puede ser que esta fe impura llegue a extenderse por la tierra, puede ser que convierta este mundo de Dios en un campo desierto aniquilado por sus construcciones insensatas y por sus ruinas dignas de un verdugo; puede ser que transforme el suelo en pasto para saciar su hambre sin fin y sus apetitos incomprensibles. Todo es posible, pero hay una cosa que no lo es: no llegarán a desaparecer del todo y para siempre los hombres grandes, prudentes y de alma elevada que construyen en honor a Dios monumentos eternos con los que se embellece la tierra y el hombre alcanza una vida mejor y más fácil. Si esos hombres desapareciesen significaría que el amor de Dios se habría extinguido y borrado del mundo. Eso es un absurdo.”

Ivo Andric fue un diplomático, político y escritor serbio. Nació en 1892 en Dolac, cuando Bosnia pertenecía al Imperio Autrohúngaro. Hizo estudios en las universidades de Zagreb, Cracovia, Viena y Graz. Fue testigo del desmoronamiento del Imperio austríaco, de las barbaridades de la Primera y Segunda Guerra Mundial y del dominio comunista de la recién creada Yugoslavia. Se afilió al Partido Comunista y presidió la Unión de escritores Yugoslavos. Se le reconoce como el literato serbio más influyente y destacado. En 1961 recibió el Premio Nobel de Literatura. Falleció en 1975. 
Txema DD

DATOS DEL LIBRO

Título:Un puente sobre el Drina

Autor: Ivo Andric

Páginas: 512

Editorial: DeBolsillo

Precio: 10,40 €

ISBN: 978-84-97597777

Lugar y año de publicación: Barcelona, 2016

Traductor: Luis del Castillo

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