Reencuentro – Fred Uhlman

Reencuentro«Lo único que sabía, entonces, era que iba a ser mi amigo. Todo me atraía hacia él […] su porte gallardo, sus modales, su elegancia, su belleza —¿y quién podría haber sido totalmente insensible a ella?— me sugerían vehementemente que por fin había encontrado a alguien que podía encarnar mi ideal de la amistad«. Gracias a esta intuitiva determinación de Hans Scharz comenzaría su profunda e inigualable amistad con Konradin von Hohenfels en el periodo de entreguerras.

Uhlman narra cómo se forja su vínculo a través de la complicidad, las aficiones comunes, las conversaciones intelectuales, y hasta los silencios. Y también la que será su separación por el impacto del nazismo.

El relato está contado desde el punto de vista de Hans, quien nos da a conocer todas sus motivaciones y por tanto podemos entender sus sentimientos y su personalidad, así como discernir la de Konradin gracias a su relato. En el libro Un alma valerosa, se explica precisamente la historia contada desde el punto de vista de Konradin, tratando de complementar y profundizar en los puntos de vista ya expuestos en el primero.

Esta es la historia de como dos amigos genuinamente íntimos que se mantienen unidos más allá de las convenciones sociales -como el origen judío de uno y el linaje aristocrático y alemán del otro-, de sus familias, de sus diferencias entorno a la fe, de sus malentendidos, y también más allá del tiempo y del espacio, en medio de un mundo que se desmorona mientras se construye el Tercer Reich.

Por algunas frases como «era tan tímido como yo y que necesitaba un amigo con la misma intensidad que yo», podría creerse erróneamente que la soledad fuera el motor inicial de esta relación. Pero el desarrollo de la trama y de su amistad nos deja claro que si bien esto propició el deseo, todo fue provocado por una mutua atracción, una intuición y un criterio de selección, una búsqueda de la reciprocidad y afinidad donde se ve algo que no ha sido escrito con tanta frecuencia: la amistad como conquista, como territorio de mutuo interés por el otro y  de mutuo amor, como amor en construcción.

El libro es corto y está escrito con un estilo sencillo y directo, pero la historia es tremendamente intensa y conmovedora, aunque descrita con un lenguaje particularmente tierno que a algunos pudiera parecerles excesivamente sentido. Pero creo que merece la pena destacar que lo importante de esta historia es la claridad y la sinceridad con la que nos recuerda el valor de la verdadera amistad en un mundo en el que, como diría C.S. Lewis en Los cuatro amores, «muy poca gente moderna piensa que la amistad es un amor de un valor comparable al eros o, simplemente, que sea un amor». No lo diría así Cristo en su día: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Juan 15:13). Tampoco la psicología actual, consciente de la importancia de la estabilidad y la profundidad de los vínculos y la dificultad del duelo de una amistad (y de cualquier relación relevante) perdida. Y tampoco Hans Scharz:

No recuerdo exactamente cuándo decidí que Konradin tenía que ser mi amigo, pero de lo que no dudé fue de que algún día lo sería. Hasta su llegada yo había carecido de amigos. En mi clase no había un solo chico capaz de satisfacer mi ideal romántico de la amistad, ninguno que yo admirara realmente, ninguno por el cual hubiera estado dispuesto a dar la vida, ninguno capaz de entender mi exigencia de confianza, lealtad y abnegación totales. Todos ellos me parecían suabos más o menos torpes, bastante ordinarios, robustos y poco imaginativos, y ni siquiera el grupo del «Caviar» me impresionaba como una excepción. La mayoría de los chicos eran simpáticos y me entendía bien con ellos. Pero lo cierto era que así como no sentía un aprecio particularmente fervoroso por ellos, ellos tampoco lo sentían por mí. Nunca visitaba sus casas y tampoco ellos venían a la nuestra. Quizás otra de las razones de mi frialdad consistía en que todos parecían tener un desmesurado espíritu práctico, y ya habían decidido su orientación para el futuro: abogados, oficiales, maestros, pastores y banqueros. Sólo yo no tenía ideas claras… únicamente sueños vagos y anhelos aún más vagos. Lo único que sabía era que deseaba viajar, y pensaba que algún día sería un gran poeta. Titubeé antes de escribir «un amigo por el cual yo hubiera estado dispuesto a dar la vida». Pero incluso después de treinta años creo que no se trataba de una exageración y que habría aceptado morir por un amigo… casi alegremente. Al igual que daba por supuesto que era dulce et decorum pro Germania mori, también habría aceptado que morir pro amico era igualmente dulce et decorum.

Fred Uhlman (1901-1985) fue un abogado alemán de origen judío, que huyó de su Stuttgart natal en 1933 para evitar la persecución nazi. Viajo a Francia, España e Inglaterra, donde vivió sus últimos años, dedicado principalmente a la pintura y a la escritura. Allí fundo el el Artist’s Refugee Comittee y la Free German League of Culture, para ayudar a los artistas y científicos exiliados de Alemania, que contaba con miembros como Oskar Kokoschka y Stefan Zweig. También fue recluido en un campo de prisioneros durante seis meses, acusado de espionaje. Reencuentro, que tiene algunos paralelismos con la vida del autor, es su ópera prima y fue publicada en 1971. Su «réplica», Un alma valerosa, salió en 1985.

Mariaje Ruiz 

Datos del libro

Título – Reencuentro

Autor – Fred Uhlman

Editorial – Tusquets

Páginas – 128

ISBN –  978-84-8383-555-5

Precio – 12 €

Tradución – Eduardo Goligorsky

Acerca de Mariaje Ruiz

Exploring lights. Stalker out of the Tarkovsky's scenes. Envuelta en tinta, notas, pintura, fotografías y celuloide. En el monasterio de lo cultural. Send me some flowers. Portfolio y encargos fotográficos en mariajeruiz.com

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