Con El viaje de Jonás, José Jiménez Lozano ha logrado aunar la sabiduría de la vieja Castilla con el espíritu de la Biblia. Esta breve novela toma la conocida historia del profeta Jonás, el hombre tragado y más tarde vomitado por la ballena, y explora esos recovecos en los que no quiso meterse el autor sagrado, por los motivos que tuviera: la tensa relación de Jonás con su mujer, los rifirrafes del profeta con los habitantes de Nínive, su gusto por las túnicas lujosas o la costumbre que tenía el hombre de echar la siesta bajo el ricino de su jardín. Según advierten estas pinceladas, Jiménez Lozano se acerca a esta historia desde una mirada llena de humor y simpatía, tratando de combinar un ingenioso sabor castizo con la fidelidad a los hechos recogidos en el relato bíblico. “Por lo que respecta al porvenir —leemos sobre por qué Jonás era un profeta muy pequeño— era muy prudente, y, si pronosticaba grandes calores para el verano, siempre apostillaba que, sin embargo, no solo por las noches habría un vientecillo de refrigerio, sino que, al caer el sol o por las mañanitas, habría días en que convendría echarse algo a la espalda”.
Este equilibrio entre lo castizo y lo bíblico encuentra un paralelo en la forma en que Jiménez Lozano junta las cuestiones del pasado con las del presente. Así, la novela está llena de alusiones a temas que no pertenecen tanto al mundo en el que vivió Jonás, como al tiempo en el que escribe su autor. Tal es el caso de la afición de la mujer de Jonás por las “artes desconstruccionistas” o por visitar al psicoanalista; o el caso de Nínive, un lugar que el escritor asemeja a una gran ciudad de nuestros días, aquejada por males y sinsabores que nos son familiares: “Los viejos eran como mozalbetes sin sentido, los jóvenes tristes como viejos acabados, las mujeres querían ser hombres, y los hombres mujeres; a las cosas de una fealdad horrible se las llamaba hermosas, y las cosas hermosas se despreciaban como el lodo”. De este modo, Jiménez Lozano nos invita preguntarnos por las verdades que un texto, a primera vista anticuado, puede traer al lector de hoy.
Pero, por encima de estos asuntos, lo que realmente sobresale en esta novela sobre el profeta Jonás es la hondura con que Jiménez Lozano trata el misterio que rodea a este personaje. Todo apunta a que los grandes temas que atraviesan la historia del profeta —la llamada de lo alto, el miedo a enfrentar el compromiso, el descenso a los infiernos o la incomprensible paciencia de Dios con los hombres— han sido largamente meditados por el autor en sus horas de silencio y cavilaciones. Es conmovedor, por ejemplo, cómo el autor dice que Jonás amaba la Torá, el texto sagrado, “porque era como un zarcillo para su corazón”; o cómo describe el descenso de este a los infiernos después de ser tragado por el cetáceo, señalando que en verdad Jonás no descendió al interior de un animal, sino “a lo profundo de las profundidades”, es decir, “al vientre de la ballena del mundo”, donde los ojos no ven, ni la boca gusta, ni la mano palpa ni el oído oye. Con estas palabras, la novela está aludiendo a esa “noche oscura de los sentidos” en la que, como decía san Juan de la Cruz en su Subida del Monte Carmelo, ha de entrar el alma para hacer memoria de Dios. Valga como muestra de todo lo dicho este párrafo en que Jiménez Lozano habla de la vocación de Jonás como profeta:
A nadie podía echar la culpa, desde luego, de haberse metido en la profesión que tenía. Él solo se lo había buscado. Siempre le habían atraído las cuestiones metafísicas, tanto cuando miraba a la hermosa hierba de abril que luego más tarde, devastada y seca, sería arrojada al horno, como si miraba las innumerables estrellas o la lámpara de la luna, o los ojos mismos de los asnos y los bueyes. Y, sobre todo, si pensaba qué sombra tan tenue e inconsistente era la vida de todo lo viviente, pero en particular la de los hombres, y luego en aquella biblioteca de Nínive se encontró con opiniones tan encontradas sobre estos asuntos. Comenzó a decirse que tenía que haber algún misterio en el mundo para que todo esto fuese como era, y un día oyó una voz, y se dejó comprometer.
José Jiménez Lozano, recientemente fallecido en marzo de 2020, es autor de numerosos libros de ensayo, novela y poesía. Entre las narraciones similares a El viaje de Jonás (2002) destacan Sara de Ur (1989), El mudejarillo (1992) y Un dedo en los labios (1996).
Palzol (Pablo Alzola)
Datos del libro
Título: El viaje de Jonás
Autor: José Jiménez Lozano
Páginas: 136
Precio: 12 € (descatalogado)
Editorial: Ediciones del Bronce
Lugar y año de publicación: Barcelona, 2002
ISBN: 9788484531210