Como de costumbre, antes de preparar esta reseña me he preparado un poco, tratando de investigar sobre el autor, su vida y sus circunstancias, su proceso creativo… pero he de reconocer que sin demasiado éxito esta vez.
Aunque Alexéi Varlámov es uno de los más importantes representantes de la literatura rusa actual, lo cierto es que fuera de su país natal es muy poco conocido. Sorprende incluso la escasa información que hay sobre el autor en internet, que se reduce a una reducida reseña en Wikipedia y un par de entrevistas también muy breves. Varlámov sólo ha empezado a conocerse en España y en Europa con un cierto retardo. De hecho, la novela que hoy queremos descubriros se publicó por primera vez en el año 1995, pero no fue traducida y editada en España hasta el año 2009, por cortesía de Acantilado. Puedo decir que a sus cincuenta y dos años ha ganado varios premios literarios de importancia, entre ellos el prestigioso premio Solzhenistyn el pasado año 2000. Puedo decir también que en la actualidad es el rector del Instituto de Literatura Maksim Gorki, una institución dedicada a las humanidades y a la creación y traducción literaria, que fue fundada por el autor que le da nombre una escuela que fundó el famoso autor ruso que le da nombre, y cuya obra también hemos reseñado en alguna otra ocasión. Por último, por lo que he podido descubrir, Varlámov ha escrito relato corto, novela y también varias biografías de escritores rusos de renombre, como Mikhail Prishvin, Alexei Tolstoy and Mikhail Bulgakov. Aunque El nacimiento es la única novela del autor que ha sido traducida al castellano, corren rumores en Internet de que Acantilado publicará próximamente dos títulos suyos más, lo cual esperaremos con ansia.
El nacimiento nos cuenta la historia de un matrimonio que recibe la inesperada noticia de que van a tener un hijo. Aunque la pareja es joven, desde que se casaron ha pasado el tiempo suficiente para que se hayan ido distanciando y encerrándose en sí mismos. A lo largo de los años han ido cargándose de reproches hacia el cónyuge, sobre el que descargan la frustración de las propias aspiraciones. Prácticamente se han convertido en dos extraños que viven juntos sin saber muy bien por qué. Y sin embargo, la sorprendente noticia comienza a remover todo lo que en el fondo de sus corazones permanecía dormido desde hacía tiempo. Con la espera del bebé empieza a nacer de nuevo entre ellos, de forma tímida y frágil, aquel aprecio que un día les llevó a iniciar una vida juntos. De esta forma, la expectación por ver nacer a su hijo y el miedo a perderle les reunirá de una forma que ya no esperaban:
«Había transcurrido más de un mes desde la mañana en que su mujer le comunicara que estaba embarazada. Y si de entrada, pues hacía tanto tiempo que ya no pensaba en un hijo, había tomado la noticia con prevención y hasta llegó a parecerle un engorro, ahora otra vez y con más fuerza que nunca, de una forma totalmente distinta a como había sido en su juventud, le agradaba la idea de ser padre. Era algo que le daba, sin duda, la oportunidad de resarcir y enmendar lo que creía perdido para siempre y de realizar, aunque no fuera en él sino en el hijo, lo que no había podido llevar a cabo él mismo.
Lo entendió de manera particularmente clara aquella helada noche en el centro de Moscú, en medio de una multitud que, rala bajo la palma de la mano de Yuri Dolgoruki y escuchando discursos acalorados, defendía la democracia. Entendió, aunque no se lo habría confesado a nadie, que le importaba un bledo el destino del país y el destino de la democracia, que todo podía irse al diablo, que ya podía venir un dictador o un conquistador extranjero, daba igual porque él no movería un dedo: ahora su vida la necesitaba su hijo. Miraba a su mujer esperanzado y suplicante, dispuesto a perdonarle su frialdad, su indiferencia, su alejamiento con tal de que pariera un hijo sano, fuerte, porque de otra manera su vida, incluida la de aquella pequeña isba junto al lago, sus vagabundeos por los bosques y pantanos, el encanto y la fascinación que la naturaleza ejercía en él no serían una salida, sino un callejón sin salida, ya que todo aquello tenía sentido sólo si él tenía a quien ofrecer, a quien regalar aquellos bosques y aquellos aromas ligeramente amargos el otoño».

Varlámov
La verdad es que la novela me ha sorprendido bastante. Por un lado, es muy muy «rusa», y está cargada del profundo conocimiento que los clásicos rusos han tenido del alma humana. También al igual que éstos, con muy pocas pinceladas, de forma sencilla pero a la vez profunda, Varlámov dibuja toda la complejidad del ser humano y de sus frustraciones, miedos y anhelos. Y sin embargo, a la vez, no tiene nada que ver con los clásicos. Es relativamente corta, y no encontramos en ella el innumerable elenco de personajes, cada uno con sus tres o cuatro nombres, que esperaríamos de una novela rusa como Dios manda. La lectura no se hace lenta en ningún momento, la trama no es complicada… creo que es una de las muestras más claras de que se puede perfectamente escribir una verdadera obra de arte que sea a la vez breve, sencilla y fácil.
Max Estrella
DATOS DEL LIBRO
Título – El nacimiento
Autor – Alexéi Varlámov
Páginas – 160
Editorial – El Acantilado
Lugar y año de publicación – Barcelona, 2009
ISBN – 9788496834965