Con la textura descarnada propia de cierto tipo de literatura norteamericana (véase Raymond Carver) en esta cuarta novela de Ford se vuelve a repetir la maestría demostrada en sus obras anteriores.
Se trata de una historia familiar donde el extrañamiento mutuo que puede sentir una pareja al cabo de los años irrumpe en este caso con enconada virulencia, dejando un campo devastado donde los protagonistas no ven otra salida que la huida. Los ojos del hijo único contemplan las escenas domésticas de desafección con un estoicismo que va helando sus sentimientos. Será la voz de Joe la que nos vaya narrando, desde su óptica adolescente, un problema que le supera.
1960. Recién mudados a Great Falls, Montana, llevados por el boom del petróleo, el padre de Joe pierde su trabajo y sumido en una depresión que le impide reflexionar con normalidad se incorpora, en un gesto desesperado, a las brigadas que tratan de apagar los incontrolables incenidos que asolan las montañas cercanas desde hace meses. Antes de su marcha y durante ese breve período de ausencia se desatan los problemas que amenazan también con arrasar la paz familiar, tan frágil desde hace años, pero bien disimulada. En ausencia de su marido, la madre de Joe se enamora de un señor rico de la ciudad, haciendo descubrir a Joe ciertas fuerzas ocultas -el deseo y la soledad- que tejen alrededor de su madre una desgracia de la que parece no poder desembarazarse.
Incendios es una novela compleja enmarcada en una historia sencilla; ahí reside parte de su fuerza: con pocos elementos -una ciudad que prometía mucho, un porvenir incierto, unas desavenencias matrimoniales y una crisis adulta- se construye un relato donde la inmadurez (la incomprensión) del niño que observa y padece va destilando una extraña sensación ante la vida y una tristeza acendrada que recorre todo el texto.
Quizá no hay otra forma de explicar el gusto que algunos lectores sentimos al leer a estos autores que el acostumbramiento del paladar a los tragos más amargos, apurando esas gotas finales que se resisten a pasar por la garganta y sedimentan en la boca. Y confirmo que es adictivo.
De fondo, como paisaje omnipresente de la novela, se recrea una atmósfera asfixiante, sinuosa y anaranjada creada por los incendios cercanos que hacen que la ciudad se vea invadida de ceniza y cielos apagados. Esto puede sonar raro, pero mientras leía la novela, en Navarra (donde resido) se produjo uno de los mayores incendios de su historia reciente y no pude resistir conducir hasta el lugar más cercano -después descubrí que mucha gente tan desocupada como yo esa tarde de agosto tuvo la misma idea- y pude contemplar ese mismo cielo y esa misma desolación de los campos ante el fuego. Pienso que esto solo lo puedes vivir así si la Literatura te precede en la vida.
Richard Ford (nacido en 1944, Jackson, Mississipi) es uno de los más famosos autores norteamericanos en activo. Su mejor novela, por la que ganó el Premio Pulitzer y el Premio Faulkner, es «El día de la independencia» (1996). Asimismo, le fue concedido el premio Princesa de Asturias de las Letras en 2016.
Os dejo un fragmento:
«Así pues, ¿mi madre y mi padre estaban separados? ¿Era eso lo que significaba todo aquello? (…) Sabía que era fácil entender las palabras pero difícil hacer que éstas casaran con la vida. Y el hecho de ser capaz de hacerlo de forma correcta diría mucho en favor de uno. Pero yo ignoraba si poseía el suficiente juicio para hacerlo, o exactamente qué era lo que estaba bien o estaba mal. Aunque debía de haber ocasiones -pensé- en las que no existía lo correcto que entender, lo mismo que debía de haber otras en las que no existía lo correcto que hacer. El limbo, lo había llamado mi madre, y ahí era donde estaba yo ahora: en el limbo, entre las inquietudes y desvelos de otras personas y con solo mis propias inquietudes y desvelos para dilucidar qué hacer».
Suso R.R.
DATOS DEL LIBRO:
Título: Incendios (edición original: Wildlife).
Autor: Richard Ford
Páginas: 195
Editorial: Anagrama
Fecha y lugar de publicación: Barcelona, 1991
ISBN: 9 788433 911438
Traductor: Jesús Zulaika