Olor a yerba seca – Alejandro Llano

af_olor_yerba_seca.inddCon un estilo suelto, Alejandro Llano va descubriendo al lector las costuras de su propia vida de modo sencillo y directo. Desde sus veranos de infancia en Ribadesella, explorando cuevas inhóspitas bajo la sombra de una guerra civil todavía sin cicatrizar, hasta los años difíciles en los que desempeñó el cargo de rector de la Universidad de Navarra, esta vez bajo la amenaza de otra sombra: el terrorismo de ETA. Así, Olor a yerba seca va desgranando la historia de alguien que ha sido testigo privilegiado del devenir histórico e intelectual de España en la segunda mitad del siglo XX.

Pero el punto fuerte de las memorias de Llano no es este. En el penúltimo capítulo del libro, el autor hace un homenaje a su maestro y amigo Fernando Inciarte –pensador español que ejerció casi toda su docencia en Alemania– diciendo que era “un filósofo con ángel”, esto es, una persona con una luminosidad especial. De modo análogo, podría decirse que, si hay algo que engancha al lector de esta obra es precisamente que “tiene ángel”: la vida que en ella se relata desprende un brillo singular, fruto de una vida coherente, que no se excusa para hablar de la fe que la anima, y que está contada con una humildad natural y desvergonzada.

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Alejandro Llano

Otro acierto del libro es el modo en que su autor transmite su pasión por el saber y sus inquietudes por implicarse en la vida intelectual, social y política de España. A su vez, tienen un especial protagonismo el amor por la lectura, por la enseñanza y por la Universidad, entendida esta como institución capaz de abrir horizontes nuevos e ilusionantes, como caldo de cultivo de las amistades más duraderas y como lugar de maduración intelectual y personal.

Las páginas de Olor a yerba seca traslucen una mirada profunda al pasado que compendia reposo y clarividencia, mezclada con una abundante dosis de humor e ironía. En este sentido, parece como si Llano nunca se llegara a tomar del todo en serio las experiencias vividas. Por eso el libro carece de justificaciones enrevesadas y se limita a mostrarnos una vida que, en no pocas ocasiones, presenta visos de lo que siglos atrás Aristóteles definió como “vida lograda”. Sirva como muestra este relato de sus vivencias de juventud en la sierra de Madrid:

Nos reuníamos entonces en torno a la chimenea, en la que chisporroteaban astillas de pino, y bebíamos café casero y coñac barato, adquirido en algún pequeño bar de Cercedilla, mientras encendíamos un cigarrillo tras otro, porque en aquellos años casi no había en España chico joven que no fuera fumador empedernido. Esas horas nocturnas, rodeados muchas veces de nieve, eran las que registraban nuestros diálogos más intensos. Un ambiente tan concentrado se prestaba a abordar temas trascendentales. Entrábamos paulatinamente en cuestiones filosóficas y acabábamos casi siempre hablando de teología, de Dios y del cristianismo.

Alejandro Llano (Madrid, 1943) es uno de los filósofos españoles actuales con mayor trayectoria intelectual. Profesor en las universidades de Valencia y Navarra, ha abordado en sus obras un amplio abanico de temas, desde la metafísica (Metafísica y lenguaje, 1984) hasta la teoría del conocimiento (El enigma de la representación, 1999), pasando por la cultura (La nueva sensibilidad, 1988) o la relación entre antropología y literatura (Deseo y amor, 2013). Más allá de su labor investigadora, Llano destaca por ser uno de los pocos académicos que defienden la Universidad como lugar de búsqueda apasionada de la verdad.

Palzol (Pablo Alzola)

DATOS DEL LIBRO

Título – Olor a yerba seca

Autor – Alejandro Llano

Editorial – Ediciones Encuentro

Páginas – 528

Precio – 28 euros

Lugar y año de publicación – España, 2008

ISBN – 978-84-7490-939-5

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