La extraordinaria sensibilidad de Alejandra Pizarnik sumerge al lector en un universo complejo y oscuro, el de la intimidad de un alma atormentada. La poetisa argentina es heredera de los llamados poetas malditos (Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé), explora temas autodestructivos, atmósferas decadentes y crea imágenes de poderosa fuerza simbólica.
Sus poemas suelen ser breves: solo unas pocas frases, algunas palabras. Crea formas nuevas, rompe las estructuras clásicas y huye de la rima. La riqueza de sus versos está en el profundo misterio que esconde tras las palabras, en el golpe duro y seco que produce en el alma. En esta edición se incluyen también algunos textos de prosa poética que poseen un ritmo ágil, de frases cortas y encadenadas. Parecen un torrente de escritura inconsciente, de volcado directo del alma al papel. También hay numerosos poemas que no fueron recogidos por la autora en vida, sino que se han extraído de cuadernos, papeles personales y obras incompletas.
Es el de Pizarnik un mundo inquietante, a veces cargado de asfixia y otras veces abandonado a la resignación. Lleva al lector al abismo, a la sensación vívida de que no existe refugio para el alma, ni siquiera en la literatura misma. El lenguaje es una sombra de otra cosa, un ansia de comunicación insatisfecha. La identidad, la muerte, la soledad, la infancia y el vacío existencial son los grandes temas de esta autora.
La vida y la obra de Pizarnik están estrechamente unidas. Alejandra fue una niña acomplejada, llena de inseguridades y conflictos familiares. De origen ruso, su familia huyó de la Segunda Guerra Mundial a Argentina y este hecho también le hizo sentir siempre como extranjera en su propio país. Era asmática, desarrolló una adicción a las pastillas, tenía episodios depresivos y es crucial en su literatura el descubrimiento del psicoanálisis. Dedica uno de sus libros, La última inocencia (1956) a León Ostrov, su terapeuta. Uno de sus poemas dice:
“SOLAMENTE
ya comprendo la verdad
estalla en mis deseos
y en mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios
ya comprendo la verdad
ahora
a buscar la vida”
En su juventud, vivió cuatro años en París y fue en esta época cuando se consagró como poetisa y logró algo más de estabilidad emocional, además de rodearse con el círculo intelectual de escritores y pintores de la época. Destaca también en la obra de Pizarnik la gran visualidad pictórica de las imágenes y su uso del color como elemento simbólico. Por supuesto, el gris es una tonalidad muy presente, por la asociación con la tristeza y la pesadumbre; pero también aparece el verde, el azul, el lila, el rojo y, en definitiva, el color parece – como lo sería también para un pintor – junto con la palabra, otra de las grandes búsquedas de la autora en su estilo literario, la expresión más profunda de un anhelo del alma. Como muestra de ello, presentamos esta brevísima poesía, sin título, que no fue recogida en ningún libro publicado y que se encuentra únicamente en esta edición:
“esta noche he visto
pero no.
nadie es del color
del deseo más profundo”
Finalmente, a la edad de 36 años, la joven poetisa se quitó la vida. Su obra, aclamada y valorada por poetas de su generación, ha sido y es una gran inspiración para autores contemporáneos de las letras hispanoamericanas hasta el punto en que hoy se considera una poeta imprescindible.
Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires en 1936 y falleció en la misma ciudad en 1972. Publicó su primera obra en 1955, La tierra más ajena¸ seguido por Un signo en tu sombra (1955), La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958) y árbol de Diana, en 1962, que fue una de sus obras más reconocidas y está prologada por Octavio Paz. Todas estas obras y las que escribió posteriormente hasta su obra (siete libros) están recogidos en esta edición de Lumen, que se ha publicado póstumamente.
Marina
DATOS DEL LIBRO
Título: Poesía Completa
Autora: Alejandra Pizarnik (edición de Ana Becciu)
Páginas: 470
Precio: 22,70€
Editorial: Lumen
Lugar y año de publicación: España, 2015