El festín de Babette fue publicado por Isak Dinesen en 1958, como parte de una colección de narraciones breves titulada Anécdotas del destino. La historia de una refinada cocinera huida de las sangrientas revoluciones de París y acogida por dos hermanas solteras en una aldea de puritanos en Noruega es el nervio dramático de este enigmático cuento. Al igual que sucede en relatos como Ehrengard o Una historia inmortal, la autora opta por situar la historia en un territorio lejano, casi fantástico, y en un tiempo remoto, en el que la memoria confunde recuerdos y leyendas. Tomando prestadas una palabras del relato, podría decirse que la verdadera razón de la historia de Babette “hay que buscarla más atrás en el tiempo, y más profundamente en el dominio de los corazones humanos”.
Los modos y la candidez propias de los cuentos parecen idóneos para el propósito aleccionador que subyace a esta historia. No es que Dinesen escribiera El festín de Babette para defender una visión del hombre y de su modo de tomar aquellas decisiones que le marcarán de por vida; pero hay indudablemente una lección que recorre sus páginas y que no resulta postiza, pues surge desde dentro de la narración. Al mismo tiempo, nada llega a quedar explícito: la autora sabe dejar los huecos oportunos para esos misterios que escapan a las palabras. A este respecto, leemos cómo tras la espléndida cena con la que Babette obsequia a sus huéspedes, “las damas seguían sin saber qué decir […], pero en cierto modo esa noche había habido muchas cosas que escapaban a toda comprensión”.

Fotograma de la adaptación al cine de El festín de Babette, dirigida por Gabriel Axel
En efecto, el misterio de la gracia aletea sobre todos los personajes del cuento. Babette misma es una inesperada visitante que trastoca para siempre las vidas de unos puritanos que –como dice Julián Marías en su crítica sobre la adaptación al cine de 1987– tenían miedo a la felicidad. También cambia la vida del resabiado hombre de mundo, el general Loewenhielm, quien pensaba haber vivido y haber visto que “en este mundo hay cosas que son imposibles”. La gracia, derrochada en una cena espléndida, inunda los corazones de los protagonistas y desbarata sus estrechas aspiraciones. La imagen evangélica de la Última Cena –con doce comensales y un servidor, los mismos que en el cuento– es ineludible; ahora bien, se trata de una imagen tan rica que cualquier lector aceptará gustoso la invitación de sentarse a la mesa. Sirvan de muestra las palabras que el general pronuncia después del postre:
—El hombre, amigos míos —dijo el general Loewenhielm—, es frágil y estúpido. Se nos ha dicho que la gracia hay que encontrarla en el universo. Pero en nuestra miopía y estupidez humanas, imaginamos que la gracia divina es limitada. Por esa razón temblamos… —nunca hasta ahora había confesado el general que temblaba; se quedó sinceramente sorprendido, y hasta estupefacto, al oír su propia voz proclamando tal cosa—. Temblamos antes de hacer nuestra elección en la vida; y después de haberla hecho, seguimos temblando por temor a haber elegido mal. Pero llega el momento en que se abren nuestros ojos, y vemos y comprendemos que la gracia es infinita. La gracia, amigos míos, no exige nada de nosotros, sino que la esperamos con confianza y la reconocemos con gratitud.
Isak Dinesen, seudónimo de Karen Blixen, nació en Dinamarca en 1885 y murió en 1962. Su talento literario se aprecia especialmente en sus narraciones breves, como las recogidas por Siete cuentos góticos o Anécdotas del destino, pero también en el libro autobiográfico Memorias de África, adaptada al cine en 1985 por Sydney Pollack, dos años antes de la adaptación cinematográfica de El festín de Babette.
Palzol (Pablo Alzola)
DATOS DEL LIBRO
Título – El festín de Babette
Autor – Isak Dinesen
Nº de páginas – 100
Precio – 15 euros
Editorial – Nórdica Libros
Lugar y año de publicación – Madrid, 2005 (5ª edición)
ISBN – 978-8493557898