En casa plantea una sugerente relectura de la parábola del hijo pródigo. Como en la narración que recoge san Lucas, la novela de Marilynne Robinson gira en torno a tres personajes: un padre y dos hermanos. Aunque no todo son parecidos, pues Robinson no aspira a reescribir la parábola, sino a contar una historia con luces y sombras. En ella encontramos el regreso de un hijo a la casa de su padre; sin embargo, ni el hijo parece cambiar totalmente de vida, ni el padre parece perdonar por entero a su hijo.
Veinte años después de abandonar el pueblecito de Gilead con una mala reputación a sus espaldas, Jack escribe a su padre, el pastor presbiteriano Robert Boughton, anunciando su vuelta a casa. Este regreso es precedido por la llegada al hogar familiar de Glory, la hija pequeña del anciano pastor. Así, el reencuentro entre padre e hijo es seguido por lo que parece un reencuentro entre el hermano extraviado y la hermana intachable; pero, a medida que el relato avanza, el lector descubre que la relación retomada por los dos hermanos es más compleja e interesante: una relación “de bordes agudos y esquinas difíciles”, como escribe la autora.
La pregunta por el perdón atraviesa toda la novela, casi siempre en forma de miradas, silencios y breves conversaciones. Tanto Jack como su padre han de enfrentarse a esta pregunta en todo su dramatismo: el primero, desde el desamparo moral y las sombras de un pasado siempre al acecho; el segundo, desde una fe incansable en la bondad infinita de Dios. Ambos libran en su interior una enconada lucha por vencer la desesperación y aceptar la posibilidad de perdonar al otro. “Para comprender hay que perdonar. Hasta que perdonas, te defiendes de la posibilidad de comprender. Su padre lo había dicho más de una vez, en sermones, con los textos apropiados, pero el verdadero texto era Jack”.

Fotografía del mundo rural estadounidense, tomada por Dorothea Lange
El paisaje humano descrito aquí por Robinson comparte con las otras dos novelas de la ‘Trilogía del Medio Oeste’ –Gilead y Lila– algunos rasgos significativos, como la sencillez de la vida rural americana o la hondura psicológica y espiritual de los personajes. No obstante, En casa tiene un regusto de pesimismo que persiste hasta casi la última página. Es como si la autora –criada como presbiteriana– quisiera mostrar el fondo problemático de esta denominación protestante y, sobre todo, de la cuestión de la predestinación. De esta cuestión parece proceder gran parte del pesimismo que embarga tanto el alma de los protagonistas. “Incluso en el mayor de los gozos hay tristeza”, afirma con resignación el reverendo Boughton. Sirva el siguiente párrafo como ejemplo:
Y aquí está el mundo, pensó, tal como lo dejamos. Un cálido cielo blanco y un viento suave, un murmullo entre los árboles, el chirrido agudo de unas cigarras. La carretera estaba salpicada de mazorcas, algunas aplastadas por los coches que pasaban. Los crisantemos florecían. Los zarcillos amarillentos de cidra cayote invadían los huertos y las tomateras colgaban de sus espalderas, mermadas de frutos. Otro verano en Gilead. Gilead, que dormía su maldición de monotonía, de somnolencia. ¿Cómo podía nadie vivir aquí? Esta era la pregunta que se hacían unos a otros cuando su padre no los oía, cuando volvían de la universidad, o del mundo. ¿Por qué habría nadie de quedarse a vivir allí?
Marilynne Robinson (Idaho, 1943), novelista y ensayista estadounidense, es autora de cuatro premiadas novelas: Vida hogareña (1980), Gilead (2004), En casa (2008) y Lila (2014); las tres últimas forman parte de la llamada ‘Trilogía del Medio Oeste’.
Palzol (Pablo Alzola)
DATOS DEL LIBRO
Título – En casa
Autora – Marilynne Robinson
Nº de páginas – 368
Precio – 19.90 euros
Editorial – Galaxia Gutenberg
Lugar y año de publicación – Barcelona, 2012
ISBN – 9788481099638
Traducción – Montserrat Gurguí y Hernán Sabaté