
[Esta reseña la hago, en parte, como un anti-regalo a mis padres; a quienes la primera de las gacelas de este libro acompañó, sin yo saberlo y a través del tembloroso espejo de mi música, en sus últimas semanas juntos en esta tierra.]
El Diván del tamarit es la mejor obra poética del siglo XX español; y probablemente también lo sea de toda la historia de esta literatura. Habrá quien esté en desacuerdo conmigo y con esa persona estaría dispuesto a concertar un duelo a muerte. Tengo muchas razones para defender esta idea, pero por cuestiones de espacio solo daré tres.
En primer lugar, es el culmen de la literatura lorquiana: en este libro se encuentran la sensibilidad de sus Canciones con la madurez temática del Poeta en New York. Pero no sólo eso. Es como si toda la tradición literaria castellana (que tan bien conocía) y la modernidad revolucionaria poética que exploró en su época vanguardista, aflorasen en los versos de este poemario “con-fundiéndose” con su universo espiritual e imaginario para crear un libro inconfundiblemente español y universal.
En segundo lugar, y directamente relacionado con lo anterior, el Diván es un libro tremendamente contemporáneo. Sucede, más a menudo de lo que quisiera, que los poetas del primer tercio del siglo XX tienen un lenguaje desfasado. Leer hoy en día a algunos de los autores de estos años me producen una sensación semejante a la de leer a Bécquer o a Goethe: ternura por su inocencia y, a la vez, unos deseos irrefrenables de pegarles por los niveles de cursilería a los que llegan. Estoy exagerando, lo sé. Pero lo hago para contrastarlo con la completa actualidad que tienen los versos de Lorca. Aquí, Federico es capaz de usar las innovaciones formales de la poesía vanguardista sin caer en ninguna de sus desmanes.
Por último, el Diván del tamarit aborda los temas más universales del arte, amor y muerte, con una altura poética que asusta. En cada poema podría detener mi mirada mil años y aun estaría tratando de entrar en sus misterios; pero a la vez, me basta un único vistazo para estremecerme y entrar de lleno en el alma del poeta, es decir, en mi propia alma. Creo que tan solo esta razón ya basta para convertir este libro en un milagro de la literatura a la altura de las Coplas de Manrique o las temporada en el Infierno de Rimbaud.
Oh, y otra consideración más; de regalo. Federico nos revela en este libro una verdad que muchas veces las personas olvidamos: que al poeta (que, como decía León Felipe, es junto al hombre “un mismo y único instrumento”), por mucho que quieran, no lo pueden matar los hombres; sino que los sobrevive en el rastro de silencio que dejan sus versos.
Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que hay un establo de oro en mis labios;
que soy el pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas
Gacela VIII de la muerte oscura
La edición que poseo del libro lo edita exquisitamente la editorial Lumen, junto con los Sonetos del amor oscuro. No he querido reseñar esta última obra porque la considero un hecho poético distinto al del Diván. Quizás pueda hacerlo en otro momento. No obstante, recomiendo y agradezco que exista este volumen, en el cual podemos disfrutar con tanta calidad de edición de estas dos obras imprescindibles de la literatura castellana.
Miguel Barba
Datos del libro
Título: Sonetos del amor oscuro / Diván del Tamarit
Autora: Federico García Lorca
ISBN: 978-84-264-1846-3
Editorial: Lumen
Idioma: castellano
Páginas: 75
Fecha Edición: de la segunda edición: abril de 2015
Precio: 14’90€