Daniel, apodado ‘el Mochuelo’, no puede conciliar el sueño la noche antes de marchar a la ciudad para progresar. A sus once años rememora lo que ha sido su vida hasta entonces en el pueblo, allá en el valle. Allí ha aprendido mucho de la vida. A lo largo de la novela viajamos a través de su memoria para rescatar los episodios que han ido dejando una huella profunda en su carácter. El párrafo que sigue es una de esas reflexiones que se operan en Daniel, el Mochuelo, tras un suceso trágico en el pueblo.
«Advirtió que todos acabarían muriendo, los viejos y los niños. Él nunca se paró a pensarlo y al hacerlo ahora, una sensación punzante y angustiosa casi le asfixiaba. Vivir de esta manera era algo brillante, y a la vez, terriblemente tétrico y desolador. Vivir era ir muriendo día a día, poquito a poco, inexorablemente.»
Miguel Delibes es, de es sobra conocido, un narrador excepcional, no solo por ésta novela, sino por lo que fue demostrando con cada una de sus obras, entre las que destacan Las ratas, Señora de rojo sobre fondo gris o La sombra del ciprés es alargada.
En El camino leemos acerca de los recuerdos de un niño cuyo mundo está a punto de cambiar radicalmente. Él lo intuye así y sospecha que pierde y deja atrás una vida que es la que realmente le corresponde.
El escritor vallisoletano tiene un talento evidente para contarnos la historia de un pueblo (que puede ser cualquiera en la España de la posguerra) de una manera entrañable, de forma que, cuando terminamos de leer la última página, albergamos sentimientos encontrados. Sonreímos y estamos tristes en cierto modo. Nos apena haber terminado la historia, no saber más acerca de los personajes que hemos llegado a apreciar tanto. Sonreímos quizá por el mismo motivo.
Miguel Delibes, periodista y novelista, es uno de los nombres más importantes de la literatura española de mitad del siglo XX. Su extensa obra muestra un interés por la vida rural, una de sus pasiones, junto con la caza, cuyos escenarios recuerdan tanto a su Castilla. En ellas suele describir de forma realista la dureza de la vida en aquellos años en que España se recuperaba de las heridas de una guerra civil que aun hoy duelen todavía.
Miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su muerte, Delibes vio reconocida su obra a través de numerosos galardones, como el Premio Nadal por La sombra del ciprés es alargada (1947), el Príncipe de Asturias de Literatura (1982), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1991) o el Premio Nacional de Narrativa por ‘l hereje (1999). Falleció en su domicilio de Valladolid a los 89 años a causa de un cáncer de colon, dejando tras de sí un testimonio muy valioso de nuestra historia reciente.
Os dejo un fragmento:
Por la derecha, frente a la botica, se hallaba la finca de Gerardo, el Indiano, cuyos árboles producían los mejores frutos de la comarca; la cuadra de Pancho, el Sindiós, donde circunstancialmente estuvo instalado el cine; la taberna del Chano; la fragua de Paco, el herrero; las oficinas de Teléfonos, que regentaban las Lepóridas; el bazar de Antonio, el Buche, y la casa de don José, el cura, que tenía la rectoría en la planta baja. Trescientos metros más allá, varga abajo, estaba la iglesia, de piedra también, sin un estilo definido, y con un campanario erguido y esbelto. Frente a ella, los nuevos edificios de las escuelas, encalados y con las ventanas pintadas de verde, y la vivienda de don Moisés, el maestro.
Visto así, a la ligera, el pueblo no se diferenciaba de tantos otros. Pero para Daniel, el Mochuelo, todo lo de su pueblo era muy distinto a lo de los demás. Los problemas no eran vulgares, su régimen de vida revelaba talento y de casi todos sus actos emanaba una positiva trascendencia. Otra cosa es que los demás no quisieran reconocerlo. Con frecuencia, Daniel, el Mochuelo, se detenía a contemplar las sinuosas callejas, la plaza llena de boñigas y guijarros, los penosos edificios, concebidos tan sólo bajo un sentido utilitario. Pero esto no le entristecía en absoluto. Las calles, la plaza y los edificios no hacían un pueblo, ni tan siquiera le daban fisonomía. A un pueblo lo hacían sus hombres y su historia. Y Daniel, el Mochuelo, sabía que por aquellas calles cubiertas de pastosas boñigas y por las casas que las flanqueaban, pasaron hombres honorables, que hoy eran sombras, pero que dieron al pueblo y al valle un sentido, una armonía, unas costumbres, un ritmo, un modo propio y peculiar de vivir.
Fragmento
CSDL
Enlaces de interés
Una entrevista estupenda con el escritor en RTVE
«Me cansa pensarme» – Entrevista a Miguel Delibes en El País, 9 de diciembre de 2007.
DATOS DEL LIBRO
Título – El camino
Autor – Miguel Delibes
Páginas – 232
Precio – 16 euros
Editorial – Destino
Lugar y año de publicación – Barcelona, 1950
ISBN – 9788423343966
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